Las Cataratas me emocionan.
Abordar el trencito que nos deposita en la entrada atravesando la selva cerrada es el mejor prólogo porque esta es una experiencia inmersiva. Ya frente a la entrada del sendero, la vegetación no permite ver más allá de unos pocos metros y el camino se interna en la espesura. Conviene hacer silencio, transitar despacio y prestando atención, porque empieza a sentirse primero un murmullo y a medida que avanzamos el agua nos grita su presencia todavía oculta, hasta que en algún recodo se abre el bosque y se empiezan a divisar los saltos.
Uno se imagina la sorpresa de Alvar Núñez Cabeza de Vaca guiado por los nativos que conocían el “agua grande”, allá por el siglo XVI…
Sobraban las palabras, ¿no?
Tal cual, Luis! Huelgan los comentarios ante tanta belleza e imponencia!
ResponderEliminarFotos deslumbrantes! Y esos animales... Una maravilla!!!
Enrique