Día 26 (27/1/19)
Isla
Pingüino
La excursión a Isla Pingüino
despertaba en mí mucha expectativa y curiosidad, en parte por la poca
información disponible y en parte por tratarse de un lugar completamente
aislado y casi virgen.
Como es área protegida, el acceso
está restringido a una visita diaria como máximo para cada empresa de turismo
(son 3 en total) y se solicita extrema colaboración a los visitantes para
mantener el lugar en esa condición, evitando la interacción con la fauna en
especial y con la naturaleza en general, manteniendo una actitud respetuosa y
serena para no alterar a los animales. En la isla debíamos movernos en grupo,
sin dispersarnos, no se podía escuchar música ni gritar, y todo lo que llevemos
debíamos traerlo de vuelta. Afortunadamente el grupo que integramos interpretó
y observó estas consignas y pudimos disfrutar por completo de la experiencia.
La lancha esperándonos
Nos reunimos tempranito en la
oficina junto al muelle y mientras nos poníamos los chalecos salvavidas nos
fuimos conociendo. Abordamos una lancha timoneada por Claudio y junto con la
guía Chantal pusimos rumbo a la isla.
Luego de una hora de navegación
saliendo de la ría hacia el sur llegamos a destino. En el camino nos explicaron
la maniobra de descenso, ya que no hay muelle en la isla y se baja saltando de
la proa a las piedras, húmedas y llenas de verdín, tan irregulares como uno
pueda imaginarse.
Video: descenso en Isla Pingüino
A pesar de buscar un lugar
reparado para el descenso, el oleaje no permitió que bajemos todos de una vez y
fueron necesarias sucesivas aproximaciones para descargar todo el pasaje y las
provisiones. Trepando las piedras para llegar a una parte seca, continuamos
hasta una casucha para despojarnos de los salvavidas y el resto de la carga.
Video: Pingüinos de Magallanes
El siguiente tramo hasta el faro
abandonado en la cima de la isla, nos cruzó con una multitud de pingüinos de
Magallanes que buscaban la orilla, mientras las escúas nos sobrevolaban.
Faro
Isla Pingüino
Las escúas no permanecen en sus
nidos junto a sus pichones, pero si uno, aunque sea involuntariamente, pasa
cerca de un nido camuflado entre la vegetación, es probable que el macho o la
hembra desciendan volando rápidamente sobre nuestra cabeza para golpearla de
pasada con las patas. Chantal comentaba que el coscorrón puede seguir doliendo
un par de días. La manera de evitarlo es alzando los brazos con un palo en la
mano, o con la campera, para elevarles la referencia. Mejor hacerle caso a la
guía…
Bajando del faro hacia el sur de
la isla llegamos hasta la colonia de pingüinos de penacho amarillo y nos
acomodamos entre las piedras blanqueadas de guano para contemplarlos bien de
cerca.
Video: Pingüino penacho amarillo alimentando a su cría
Al cabo de un rato y como éramos tranquilos y no les inspiramos miedo,
algunos comenzaron a acercarse con curiosidad y llegó un punto en que ya no
sabía quién observaba y quién era observado.
Video: Mateando entre pingüinos penacho amarillo
Fue un festival de fotos y videos,
mientras circulaba el mate con bizcochitos. Por supuesto, está terminantemente
prohibido alimentarlos.
Video: Pingüino penacho amarillo curioso
Se sabe poco del pingüino de
penacho amarillo y ésta es una de las pocas colonias conocidas fuera de la
Antártida. De ahí su importancia.
Vista de la colonia
Pingüino penacho amarillo graznando
Video: chapuzón
La voz que se escucha es la de la guía conversando con quién sabe quién...
Perdí un poco la noción del
tiempo con la grata compañía de los penachitos, pero por suerte la guía no y
retornamos para hacer un almuerzo en un improvisado “living” a la intemperie.
La buena onda y la camaradería hicieron el resto y más tarde seguimos observando
fauna en una playita en el norte de la isla: pingüinos de Magallanes, lobos
marinos, toninas, gaviotines, todos en su estado más puro.
Video: lobería en la isla
Restaba el descenso por las
piedras húmedas para abordar nuevamente la lancha, pero eso era lo de menos.
En
el retorno hubo tiempo para ver alguna tonina overa en mar abierto y colonias
de gaviotines y otras aves en la costa.
Video: gaviotines en la costa
Video: avistaje de lobos marinos desde la lancha
La experiencia en su conjunto fue,
sencillamente, magnífica. La calidez y profesionalidad de Chantal contribuyeron
a ello, matizando el recorrido con anécdotas y mucha información, mientras
Carlos había quedado al cuidado de la lancha por el oleaje.
De nuevo en tierra firme, a la
tardecita quedó tiempo para explorar un poco los cañadones que están al oeste
de la ciudad, adentrándose en la ría.
La cena en Puerto Cristal fue un
digno corolario a la estadía en esta ciudad que guarda numerosos encantos
apenas conocidos. Volvería con gusto.
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