Día 7 (8/1/19)
Capillas de Mármol
Por primera vez en el viaje dejamos estacionado el auto para que nos lleven, para hacer una excursión guiada. La combi salió de Chile Chico puntualmente, tal como nos habían pedido debido al mal estado del camino. Quiero acotar que resulta significativamente más barato contratar la excursión del lado chileno, nosotros habíamos tanteado a un guía argentino el día anterior en Cueva de las Manos y llegamos rápidamente a esa conclusión. Si uno se aloja del lado argentino, es preferible cruzar con el vehículo propio y abordar la combi del lado chileno, ellos saben manejar los tiempos para regresar antes que cierre la aduana.
El trayecto abarca la Ruta 265, de ripio no muy bueno, hasta empalmar la Carretera Austral (Ruta 7) de asfalto.
Hicimos una primera parada en el mirador de Laguna Verde, una mina de litio con una trágica historia reciente. Luego de las fotos de rigor, el viaje continuó bordeando el lago Gral. Carrera y pasando por algunos pueblos y puntos de atracción. Así nos enteramos, por ejemplo, que del bosque de Mallín Grande se extrae la leña que se utiliza en Chile Chico y toda la región. Seguimos matizando el paisaje con anécdotas del guía y el chofer, que eran nativos de la zona.
El viaje duró cuatro horas, incluyendo una parada en Guadal para sanitarios y provisiones, y las partes en que la ruta bordea el lago son de gran belleza. Los vientos provenientes del Pacífico descargan su humedad entre estas montañas y llegan secos al lado argentino, y es por eso que la vegetación (selva Valdiviana) es tan frondosa y cerrada de este lado, cuando del nuestro prevalece la aridez.
Arribados a Puerto Tranquilo, abordamos una lancha y nos colocamos trajes de agua y salvavidas, y luego de una media hora con viento de cola llegamos a las Capillas de Mármol, un alucinante caleidoscopio de formas y colores casi irreales, flanqueados de un lado por altos acantilados y por el otro por la extensión del lago que dejaba ver a lo lejos la cordillera nevada. La zona en donde están las capillas está reparada del viento y pudimos disfrutar esta experiencia a pleno.
Todavía asombrados emprendimos el regreso, y lo que a la ida era una apacible marejada se convirtió en un candombe de olas y viento de frente, con la lancha dando panzazos y algunos pasajeros asustados. La pericia del piloto pudo más que las olas y retornamos sanos y salvos, eso sí, bastante mojados a pesar de los trajes de agua. En lo personal, no tenía grandes expectativas depositadas en la excursión y ésta me sorprendió gratamente, y en la lancha me divertí bastante recordando mis épocas de marinero.
El viaje de retorno en la combi
(otras rigurosas cuatro horas) me permitió apreciar nuevamente la belleza del
lago Carrera, esta vez en el largo atardecer estival.
La excursión en su conjunto estuvo genial y justifica plenamente dedicarle el día completo que demanda. Hay otras alternativas más breves para ver formaciones en mármol, así como también se puede apreciar arte rupestre en las inmediaciones de Chile Chico, pero ni Cueva de las Manos ni Capillas de Mármol tienen parangón y ambas justifican sobradamente su fama.
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ResponderEliminarOtro lugar alucinante! Es posible tanta belleza? A pesar del ajetreo en la lancha, donde yo era el pasajero más asustado, volvería -sin duda- por lo deslumbrante de esas formaciones minerales de formas y colores sobrenaturales.
Enrique
Hermosa excursión!! Tuvo belleza, imponencia y ... aventura!!! Alto riesgo!! Jaja
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