Día 30 (31/1/19)
De Carmen de Patagones a Tandil
Echemos un manto de piedad sobre el desayuno del Hotel CH y de paso sobre el hotel en general. Puedo entender que a veces se hace lo que se puede, pero es un pecado desperdiciar esa buena ubicación. Para empezar, falta mucho, mucho mantenimiento. Además, manejan una concepción anticuada de la hotelería, deberían aggiornarse. Dicho esto, prefiero pasar página, la próxima vez que quiera hospedarme en esta ciudad buscaré un hotel boutique del estilo de Casa Crespo.
El trayecto a Tandil no debería haber tenido mayores dificultades, sabía que cruzar Bahía Blanca era complicado por las obras en la circunvalación e íbamos a perder tiempo allí, pero no contaba con el desborde de un río llegando a Coronel Dorrego, que forzó el desvío por caminos vecinales para hacer un rodeo, con la consiguiente demora y polvareda.
Superado el percance llegamos todavía de día a una ciudad enorme, sorprendentemente vasta en relación al recuerdo que conservaba desde principios de los años ’90.
Nos alojamos en el complejo Los Arrayanes, en una linda cabaña, amplia y cómoda, aunque quizás un poco deslucida.
Descargamos el auto, comimos algo y bajamos al centro. Pudimos apreciar el crecimiento urbanístico y vial, con autovías impensadas 25 años atrás.
La oficina de turismo, excelentemente atendida, nos proveyó toda la info necesaria para nuestra estadía, con muchas recomendaciones y tips. Nos previno, por ejemplo, del estacionamiento medido en toda el área céntrica, con acarreo y multa, que parecería exagerado pero se justifica en vista del nivel de actividad que tiene la zona.
Nos quedamos recorriendo el centro, identificando algunos lugares clásicos que recordábamos, hasta que se hizo de noche.
Tandil es la meca del queso y la charcutería, de los escabeches y embutidos, y rebosa de fiambrerías y almacenes en donde proveerse. Elegimos ‘Huellas de Tandil’ y nos llevamos una tablita con picada preparada, quesitos saborizados, pan y algo para beber.
Fue una buena cena y nos quedó de recuerdo la tablita de madera grabada.
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Luego del ajetreado viaje, qué bueno llegar a un lugar tan lindo como Tandil, no?
ResponderEliminarCon su microclima, sus sierras, sus quesos y salamines!!!
Enrique