domingo, 13 de junio de 2021

Isla de Pascua - parte 2

En Isla de Pascua el pasado es presente, y es imposible huir de él… Las sombras de los escultores de antaño siguen poseyendo la tierra. Lo quiera o no, el viajero debe entrar en comunión con esos obreros ancestrales, pues vibra en todo el aire una inmensa determinación y energía que alguna vez estuvo y ya no está. ¿Qué fue? ¿Por qué?

Katherine Routledge

Tongariki

Fue el asentamiento de una de las tribus más poderosas de la isla, el clan Hotu-iti, y la zona que ocupaba así lo sugiere, por su extensión y por la proximidad con la cantera en la que se tallaron todos los moais de la isla.

Acceso al Ahu Tongariki

Los quince moai del Ahu Tongariki fueron derribados en el siglo XVII, durante un período de luchas entre las distintas tribus que habitaban Isla de Pascua. Adicionalmente, los moai fueron sufriendo los rigores del clima a lo largo del tiempo, entre otros el gran tsunami de mayo de 1960. La restauración del Ahu Tongariki llevó cuatro años, en un esfuerzo conjunto de arqueólogos chilenos y japoneses, con la colaboración de la población de la isla, concluyéndose en 1996.

Ahu Tongariki

De los quince moais reubicados, solo uno tiene su tocado puesto, hay más tocados diseminados por el lugar pero no se pudo determinar a cuales estatuas corresponden.

El ahu y la costa

Este clan contaba con un pequeño puerto natural, el resto de la costa es inaccesible y está azotada por los vientos del Pacífico, lo que le confiere al lugar un toque muy particular de desolación. Al fondo, el volcán Poike marca el extremo este de la isla.

Por efecto del tsunami

Este moai se encuentra bastante alejado del ahu, fue arrastrado por el gran tsunami que azotó toda la costa este de la isla en 1960. Detrás del moai se aprecia el volcán Rano Raraku, cantera en donde se tallaron todos los moais para ser luego trasladados a sus emplazamientos definitivos.

De la aldea de Tongariki nos trasladamos a la vecina cantera del volcán Rano Raraku, en donde quedaron una gran cantidad de moais a medio trasladar, y algunos más en pleno proceso de tallado en las mismas laderas del volcán.

Cantera en Rano Raraku

Aparentemente, los moais eran trasladados erguidos, usando rodillos y cuerdas. Las cabezas que afloran de la ladera del volcán son estatuas enteras, cubiertas parcialmente por la erosión y el detrito propios del trabajo en la cantera. Son enormes, la cabeza representa aproximadamente un tercio de la altura total de la estatua.

Moai semienterrado

A estos moais solo les falta tallar la cavidad de los ojos, para colocarles las córneas de coral que les conferían el “mana” del ancestro que representaban. Esa tarea se hacía una vez que el moai estaba emplazado en su ahu.

Solo les faltan las cavidades

En la ladera del volcán también se pueden apreciar algunos moais a medio tallar, que ponen de manifiesto las rudimentarias técnicas que utilizaban los isleños, las que sitúan evolutivamente a esta civilización en la Edad de Piedra, a pesar de llegar hasta el siglo XVIII.

Vista de Tongariki desde la cantera

Ascendiendo por la ladera del volcán, se tiene una imponente vista de la aldea de Tongariki, con su ahu de espaldas a la bahía, el volcán Poike, y a sus pies el motu (islote) Maratiri.

Interior del volcán Rano Raraku

Un sendero lleva al interior del volcán, que tiene un lago con un poco de vegetación. No hay ríos ni manantiales en la isla, el espejo se formó por la acumulación de agua de lluvia. También hay moais a medio tallar de este lado, aún con la dificultad extra de subirlos hasta el borde de la caldera y bajarlos del lado exterior.

Desde lejos

Ya alejándonos, impacta ver la colección de cabezas semienterradas y algunas huellas de la actividad inconclusa en la ladera.

Te Pito Kura

Este centro ceremonial, cuyo nombre suena extraño en español y parece desordenado, tiene una única estatua, llamado Paro, que es el más grande moai movido y erigido con éxito sobre un ahu. Tiene 10 metros de altura y supera las 80 toneladas de peso. El pukao (tocado) que ostentaba pesa unas 12 toneladas y fue tallado en la cantera de Puna Pau, distinta de la cantera Rano Raraku y fácilmente identificable por el color rojizo de su lava.

Te Pito Kura

La tradición oral indica que una viuda encargó su construcción en memoria de su difunto esposo. Este moai habría sido una de las últimas estatuas derribadas, circa 1838, y no se puede enderezar porque está partida al medio, como puede apreciarse en la foto.

La piedra magnética

A pocos pasos del ahu, encerrado por un muro circular de piedra, hay un conjunto formado por una piedra central grande y cuatro piedras más pequeñas que sirven como asientos. Según la tradición oral, la piedra grande fue traída por el primer rey de la isla, Hotu Matua’a, desde Hiva, la mítica isla polinesia de donde serían oriundos los rapanui. La piedra central llama la atención por su gran tamaño, aparentemente fue pulida a mano con piedra pómez, y tiene un alto contenido en hierro que hace que las brújulas se comporten de manera impredecible cuando se apoyan sobre ella, por lo que probablemente esté compuesta de magnetita. Las cuatro piedras más pequeñas están dispuestas con notable precisión según los puntos cardinales.

Volcán Rano Kau

Volcán Rano Kau, Gentileza de Google Earth

Producto de una erupción volcánica hace 2 millones de años, el volcán Rano Kau constituye el extremo sudoeste de la isla. El cráter, que mide más de 1.500 metros de diámetro, es una inmensa olla de profundidad indeterminada, que en su momento sirvió como reserva natural de agua dulce para los nativos; hoy esa agua está estancada, cubierta de camalotales de totora.

El volcán, los islotes y el aeropuerto Mataveri, gentileza de Google Earth

Los nativos llaman Kari-Kari a la parte que parece “mordida” del cráter, que justamente es el lado que da al mar. La erosión marina contra la base de los acantilados desestabilizó esta parte del cráter, que terminó derrumbándose. Esta parte y los tres motus (islotes) que se ven en la foto aérea adquieren suma importancia en la ceremonia del Hombre-pájaro.

Dejamos el auto en la base del volcán e iniciamos el ascenso. La altura iba ampliando el horizonte, y se pudo contemplar parte de la isla mirando hacia el norte.

 

Hanga Roa y la bahía

De pronto, un puntito en el horizonte de lado oeste y el lejano sonido de turbinas nos avisó del inminente arribo del vuelo diario proveniente de Santiago, el mismo que nos había traído unos días antes. Enseguida apareció el avión recortado sobre el mar.

El avión de Latam aproximándose

Habíamos subido bastante, el volcán supera los 250 MSNM y la pista está al pie del mismo, casi a nivel del mar. Esto produce la curiosa situación de poder ver el avión “desde arriba”, lo vimos bajar prácticamente a nuestros pies.

El cráter del Rano Kau

El cráter es espectacular y a la vez intimidante. El sendero bordea la caldera en ambas direcciones, hacia la derecha está la aldea ceremonial de Orongo, hacia la izquierda simplemente se llega hasta el otro borde del acantilado. Nos dirigimos hacia Orongo, apurando el paso porque el tiempo desmejoraba y estábamos lejos del auto.

Otra vista del cráter

El borde dibuja un contorno circular de unos 1.500 metros de diámetro, que se puede transitar en casi la totalidad de su extensión salvo el Kari-Kari. El sendero de la derecha se aparta del borde para emparejarse con la ruta que llega hasta el centro de interpretación de la aldea ceremonial. Mucha info en su interior, pero preferimos un rápido vistazo para pasar a ver la aldea.

Aldea ceremonial de Orongo

La ubicación de la aldea es casi inverosímil, con el borde del cráter Rano Kau a un lado y acantilados de más de 250 metros de altura del otro, pero tiene su sentido en el contexto de la ceremonia que se realizaba en ella cada primavera.

Es una aldea ceremonial, compuesta de 54 casas, relacionada con el culto del Manutara y la ceremonia-competencia del Tangata-manu. Se utilizaba sólo unas semanas al año, al inicio de la primavera. En la zona también puede apreciarse arte rupestre.

A partir del siglo XVI la sociedad isleña fue abandonando el megalitismo (usado como culto a los antepasados), reemplazándolo por el culto al dios Make-Make, estrechamente vinculado a la fertilidad, la primavera y la llegada de aves migratorias.

En ese contexto, Orongo es el foco de este orden emergente, que contaba con una nueva religión y un sistema político diferente, que gradualmente se fue imponiendo en toda la población,  creando una nueva etapa histórica en la isla.

Pasada la hilera de casas que conforman la aldea, el sendero llega al extremo mismo del acantilado. La vista del Kari-Kari (la “mordida” en el cráter) simplemente quita el aliento.

El Kari-Kari

El tiempo desmejoró sensiblemente y nos tuvimos que retirar, pero en consideración al inconveniente climático nos permitieron regresar otro día a completar la visita. Este sitio y la cantera están restringidos a una única visita por estadía, para preservación de los mismos, por cuestiones de impacto ambiental en el entorno.

Bajando por el sendero de la ladera del volcán y ya fuera de la nube que persistía en su descarga pluvial sobre Orongo, quedó tiempo para una última postal de la isla, con la capital Hanga Roa en toda su extensión y el volcán Ma’unga Terevaka, el punto más alto de la isla con 507 MSNM, hacia el norte.

Hanga Roa y Ma’unga Terevaka

De regreso a la cabaña, el atardecer nos obsequió algunas hermosas postales.

Ahu Tahai

La tribu Tahai tenía tres ahu distintos, uno de los cuales tenía seis moais.

Ahu Tahai

Seguimos…

 

Isla de Pascua – parte 3

Isla de Pascua – parte 1

 

1 comentario:

  1. Interesantísimo el relato del Ahu Tongariki y sus quince moáis, esculpidos, derribados y finalmente restaurados. Qué imponentes!
    Me impresionaron las esculturas sin terminar de la cantera del volcán Rano Raraku: es como "vivir" su proceso de realización, en este caso inconcluso.
    Las fotos, como siempre, excelentes. En este caso, me impactaron en especial las de la Piedra Magnética, las de los cráteres y la del Ahu Tahai.
    Realmente única la isla de Pascua, con sus magníficos moáis y su alta cuota de misterio casi insondable...

    Enrique

    ResponderEliminar

Hola, agradeceré tus comentarios.
Ten paciencia, los mismos no se muestran inmediatamente...