lunes, 4 de septiembre de 2023

Lago Huechulafquen

Día 7 – 25 de enero

Nos levantamos decididos a tomar revancha con el frustrado asalto al lago Huechulafquen de un par de días atrás, y aprovechando el cielo despejado y la promesa de buen tiempo para toda la jornada, pusimos rumbo por segunda vez al Parque Nacional Lanín.

En esta ocasión pudimos constatar que los veintipico de kilómetros que conectan la RN 40 con el acceso al parque estaban en parte asfaltados, o en proceso de serlo. El suave faldeo que asciende bordeando el río Chimehuin, es el marco perfecto para el gigante Lanín, que observa impávido sus dominios. Por supuesto, ya dentro del PN todos los caminos son ripiados.

 

Bordeando el río Chimehuin

Las instalaciones del acceso al parque estaban bastante deterioradas, evidenciando una falta de mantenimiento atribuible a la pandemia. La información suministrada fue escasa y de baja calidad, digamos que simplemente se limitaron a enunciar que sigamos hasta el siguiente puesto de guardaparque, que toda la información iba a estar esperándonos allá. No nos quedó más que abonar la entrada y continuar.

El ingreso al PN coincide con el extremo este del lago, con lo que todo el trayecto hasta el siguiente puesto trascurre bordeando el espejo de agua. La diafanidad del cielo recortaba la figura de las montañas que enmarcaban el lago, las que quedaban encerradas entre esos dos tonos de azul. Más no se le puede pedir a un paisaje.

 

Lago Huechulafquen

Para nuestra sorpresa, el segundo puesto estaba cerrado y sin señales de actividad. Desilusionados, seguimos el camino para encontrarnos, unos kilómetros más adelante, con una pequeña capilla: María Auxiliadora del Paimún. Esta sencilla pero bien cuidada capilla atesora una imagen en altorrelieve de la Madonna dell’ Addorazione, traída desde Florencia y datada en el S.XV.

 

Capilla María Auxiliadora del Paimún

 


 

Madonna dell’ Addorazione

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El extremo oeste del lago Huechulafquen, donde recoge las aguas de sus afluentes (el lago Paimún y el lago Epulafquen), tiene un muelle con embarcadero conocido como puerto Canoa. También tiene una playa de arena negra, llamada playa Bonita. Si bien el color negro de la arena pone de manifiesto su origen volcánico, es el trabajo del agua el que desgrana a la lava hasta convertirla en arena, y en aquellos casos en que se trata de agua de deshielo, como sucede aquí, la playa resulta ser bastante limpia y libre de conchillas, a diferencia de aquellas playas de arena volcánica que se encuentran en las costas marítimas.

 

Playa Bonita

 

Playa Bonita – puerto Canoa

 

Playa Bonita

La tranquilidad del lugar invitaba a tomarse unos mates. Así lo hicimos, mientras esperábamos que llegue la hora de embarcar para una interesante travesía: navegar el lago Paimún hasta alcanzar una remota playita es su extremo oeste, a escasos kilómetros de la frontera con Chile, desde donde se aprecia una singular vista de la cara oeste del imponente Lanín. La propuesta resultaba prometedora.

En otro orden de cosas, este lago también era parte de los dominios mapuches, y como tal no podía ser ajeno a sus mitos y creencias. En esta ocasión, quiero traer a colación unos textos que son producto del rescate que se hizo de la tradición oral local, en forma de narraciones de antiguos pobladores originarios. Dichos relatos fueron recopilados en español por los primeros europeos que se acercaron a la zona. Como era de esperarse, todas estas historias tienen similitudes, pero valen igual.

 

Hablando de Ciudades Perdidas (extracto de antiguas narraciones de pobladores originarios recopiladas en español)

-          La Ciudad del Lago Huechulafquen

Un anciano lugareño contaba que en el fondo del lago Huechulafquen había una población que, según él, aparecía y desaparecía. Que cuando había tempestad aparecía y se veían casas, galerías y la torre de una iglesia. Y que cuando alguien se acercaba desaparecía. También decía que, desde diciembre a enero, a las doce del día, aparecía la ciudad y que se podía ver muy bien todo. Cuando alguien se quería acercar, desaparecía.

En ese tiempo fue mucha gente a ver la población. Hasta el comisario fue a verla. Unos dicen que la vieron, otras no la pudieron ver. La población aparecía y desaparecía.

Dicen que en el fondo hay unos cerros, y en los lagos de estas partes. En el Lago Lolog, todos dicen que aparecen animales. Que sale una vaca y cuando la corren se hunde en el lago. Dicen también que en el fondo hay una población.

 

Deben ser bravas las tormentas en el lago, o por lo menos digamos que lo habrán sido para los pobladores originarios, que se habrán sentido frágiles y a merced de los elementos, como para imaginar ciudades que aparecían y desaparecían.

Entre mate y mate, se hizo la hora de embarcar y, con un entusiasta grupo de embarbijados, zarpamos con rumbo al lago Paimún.

 

Preparativos en Puerto Canoa

Puerto Canoa está cerca de la angostura que comunica el lago Huechulafquen con el Paimún, y de hecho la embarcación la transita a muy baja velocidad, porque hay poca profundidad y se corre el riesgo de tocar las piedras del fondo. La transparencia del agua permite verlas con toda claridad, a pesar de la correntada. Una vez dentro del lago Paimún, la nave con sus embarbijados a bordo aceleró rumbo a su destino. En el trayecto, notamos con cierta inquietud que, a pesar del hermoso día templado, alguien tiritaba y tenía los típicos chuchitos propios de un estado febril. Es de imaginarse que permanecimos con los barbijos puestos durante toda la travesía. ¡fuera virus!

Igualmente, esta circunstancia no nos privó de disfrutar la navegación y los comentarios del guía. La omnipresente silueta del Lanín se proyectaba como un manto protector sobre nosotros.

 

Navegando el lago Paimún

En el trayecto hubo tiempo para apreciar la flora autóctona, y descubrir caprichosas formas en las rocas, por ejemplo, la cara de un indio casi a flor de agua. Seríamos unos diez entre el pasaje y la tripulación, pero nadie miraba hacia un rincón en la popa, donde los chuchos iban en aumento. Se puede entender que es difícil perderse una excursión, pero en ese momento el tema de la pandemia estaba todavía muy fresco, no sé cómo lo dejaron pasar. A toro pasado, puedo decir que por suerte el asunto no trajo consecuencias para nosotros. La navegación se desarrolló con normalidad, hasta arribar a una breve y bucólica playita, en el remoto extremo oeste de este lago “carente de amor”, tal el significado del vocablo Paimún en lengua mapugundún.

 

LagoPaimún

Lago Traful

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