Me pareció bien empezar por Esquel, porque fue el punto más austral de un recorrido que hice en el año 2008 y que había comenzado en Villa Pehuenia. Volver a abrazar a El Abuelo en el Parque Nacional Los Alerces y tomar el té en Trevelin era una buena manera de comenzar el periplo.
Como estamos hablando de unos 1.800 Km y pensando en abarcar lo más extenso al principio, resolví hacer noche en Neuquén (unos 1.100 Km) y el resto al día siguiente.
Ya en Esquel, tres noches serían suficientes para visitar el Parque Nacional, la Trochita y Trevelin.
A partir de allí era todo nuevo para mí, y mi siguiente objetivo era la Cueva de Las Manos.
Como primera tentativa pensé parar dos noches en Bajo Caracoles o alguna estancia cercana, pensando que en esa zona no había nada más que hacer hasta llegar a El Chaltén. No era mala idea y resultaba perfectamente factible, pero apareció como alternativa parar en Los Antiguos, a orillas del Lago Buenos Aires. La poca oferta disponible en internet me llevó a cruzar la frontera y reservar en Chile Chico, y agregamos una noche más para recorrer la zona.
El siguiente punto era El Chaltén, capital nacional del trekking y primer punto de acceso al Campo de Hielo Patagónico Sur. Reservamos tres noches.
Seguimos con El Calafate, para volver a ver una de las maravillas que guarda el país: el Glaciar Perito Moreno, que tuve la suerte de conocer en 2006. Otras tres noches.
Después de El Calafate, me enfrenté a una disyuntiva: seguir por la RN40 me llevaba a Río Turbio desembocando en Río Gallegos. Esto era necesario si pretendía completar el recorrido transitando toda la RN40, pero quedaba limitado a lugares de poco interés turístico. Preferí entonces resignar el hecho de “ponerle la frutilla al postre” y decidí cruzar a Chile para conocer Torres del Paine y Punta Arenas. Como teníamos el dato que los costos en Torres del Paine eran privativos, establecí el siguiente destino en Puerto Natales, para visitar el Parque Nacional desde allí. Reservé cuatro noches porque la zona prometía bastante.
De ahí y sin abandonar territorio chileno seguí por Punta Arenas, a orillas del Estrecho de Magallanes. Dos noches me parecieron suficientes.
Para llegar desde Punta Arenas a Ushuaia hay que cruzar en ferry el Estrecho y sólo se puede hacer en territorio chileno. Existen dos alternativas: una navegación larga de Punta Arenas a Porvenir (una dos horas para navegar 40 Km) que acorta el trayecto terrestre, o llegar por tierra a Primera Angostura a expensas de alargar el camino. Preferí la segunda opción, más barata y con un trayecto por agua más corto, unos 5 Km que demoran alrededor de 20 minutos. Una vez en la isla, hay que cruzar la frontera para entrar en territorio argentino y continuar por RN3. Llegar a Ushuaia implica cruzar la Cordillera de Los Andes, con la singularidad de que en el cruce no se abandona suelo argentino.
Ushuaia representa el punto más austral del periplo y plantea el recorrido de vuelta por RN3. Como ya conocíamos la ciudad con cuatro noches creímos estar bien, pero a la postre resultaron escasas.
La vuelta presentaba como mayor atractivo a la ciudad de Puerto Deseado y algunas otras localidades por el camino. Una noche en Río Gallegos fue la opción ideal para llegar con holgura a Puerto Deseado, donde reservamos tres noches.De allí, elegimos como siguiente destino Camarones para estar dos noches en este pueblito de pescadores. En el trayecto, había tiempo para entrar en Comodoro Rivadavia y conocer Rada Tilly.
Evitamos exprofeso Península Valdés y todo su entorno porque ya conocíamos, pero es una excelente alternativa si se cuenta con más tiempo.
La siguiente parada fue entonces Carmen de Patagones, por su historia y su costanera. Una noche sería suficiente pero demostró quedarse corta.
Como final y para no obligarse a los 1.000 Km restantes de un tirón, agregamos tres noches en Tandil, que hacía muchísimos años que no visitábamos. Dejo como comentario que una buena alternativa a Tandil -y que conozco bien- es Sierra de la Ventana y su vecina Villa Arcadia.
Todos... lugares de maravilla! No hay con qué darle a nuestro Sur!
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