De Andacollo a Villa Pehuenia es cuestión de desandar la RP 43 hasta Chos Malal para tomar la RN 40 hasta Las Lajas. Desde allí la RP 23 nos lleva por unos 70 Km de ripio hasta divisar el lago Aluminé y los últimos Kilómetros son asfaltados. Son 323 Km casi todo de asfalto, hay una alternativa más corta por la RP 21 bordeando más la cordillera, con mucho más ripio y más revirada, ideal si se quiere pasar por Copahue y Caviahue.
Una particularidad de Villa Pehuenia es que no importa por donde se acceda, siempre hay que hacer un poco de ripio. Lo que a priori parece una desventaja termina dándole un carácter singular porque la mantiene al margen de la masiva afluencia de turismo, no todo el mundo se le anima al ripio. Por ejemplo si se llega desde Zapala, el asfalto termina en Primeros Pinos y quedan unos 60 Km de ripio que cruzan la Cordillera del Viento, con unas hermosas vistas.
El viaje fue tranquilo y breve, al mediodía estábamos entrando al pueblo.
Villa Pehuenia
El pueblito no dice nada, pero apenas uno lo cruza y se adentra en la península, las calles onduladas y las elegantes construcciones muestran el verdadero rostro de la villa. Nos alojamos en La Balconada, que ya conocíamos de la vez anterior.
Vista desde el desayunador
Las vistas desde sus balcones justifican plenamente el nombre.
Playita
El nombre Aluminé significa “luminoso” en lengua mapuche y cuando hay calma se puede entender que lo hayan llamado así.
Como la hostería está sobre una colina, los ventanales de un lateral permiten distinguir por sobre las copas de los árboles el borde de la caldera del volcán Batea Mahuida, en la frontera con Chile.
Ellas
Video: Desde la habitación
Bordear el lago es un placer, sólo hay que elegir donde dejar el auto y caminar.
Video: Golfo Azul
Entre los lagos Aluminé y Moquehue hay un camino que recorre la zona conocida como “Cinco lagunas” entre arroyitos y pequeños espejos de agua.
La misma península tiene sus encantos, está llena de rinconcitos.
Banco frente al lago
Durante nuestra estancia en Pehuenia volvimos a visitar a un viejo conocido, el volcán Batea Mahuida, pero eso merece una entrada aparte, en esta ocasión abarco todo el resto de nuestra estadía.
La zona es un polo de gastronomía gourmet, recuerdo con placer el restó Anhedonia, y la vista del lago en el largo crepúsculo.
Cenando de día a las diez de la noche
La noche se hace rogar pero vale la pena la espera.
La luna y el lago
Otro día paseando por la península encontramos una playita con un hermoso bosque detrás y decidimos almorzar allí el último día.
Bosquecito
Video: preparando el picnic
Es un lugar al que no me cansaría nunca de visitar, espero volver pronto.
ResponderEliminarQué lugar encantador! Espero conocerlo algún día!
Empezando por La Balconada, desde donde se puede disfrutar de semejante paisaje!
El lago Aluminé es una maravilla! Qué razón tuvieron los mapuches en ponerle ese nombre, tiene un brillo especial que no vi en otros lagos!
Estupendas las fotos nocturnas, de la cena y de la "luna y el lago".
Ese picnic a orillas del agua, con su murmullo... qué lujo!
Enrique