lunes, 31 de mayo de 2021

Cinco mares, siete islas

Hasta aquí, todas las entradas de este blog estuvieron dedicadas a la Argentina, porque consideré que mi país –más allá de haberlo recorrido bastante– merecía ser mostrado y relatado antes que el resto. Además el turismo resultó ser una de las actividades más castigadas por la pandemia y quise de algún modo solidarizarme con el sector local desde este modestísimo lugar. Entonces, luego de hablar de 19 de las 23 provincias que conforman nuestro territorio, llegó la hora de asomarme allende las fronteras.

 

Las islas se nos han dado bien a lo largo de los años y los viajes, por eso quiero reunir en esta ocasión a las más significativas que hemos visitado, ya sea por la belleza de sus paisajes como también por los buenos momentos vividos. Resultan estar en lugares distantes, con culturas muchas veces ignotas.

Tangata-manu (hombre pájaro), cultura Rapanui, abril 2017

Elegí una en cada mar, salvo en el caso de las Cícladas que forman un conjunto y visitamos tres de manera consecutiva. Las entradas están ordenadas cronológicamente, podría decir que están por orden de aparición, y en cierta forma representan cada mar al que pertenecen pero en el sentido amplio de la palabra, que es el de una gran extensión de agua, lo que hace que quepan en esa denominación tanto océanos como mares interiores y exteriores. A través de ellas, puedo enunciar algunos mares que he conocido:

-          Cuba, en el Mar Caribe

-          Lanzarote, en el Océano Atlántico

-          Mauricio, en el Océano Índico

-          Islas Cícladas, en el Mar Egeo

-          Isla de Pascua, en el Océano Pacífico

Podría incluir el Mar Mediterráneo, porque conocí la isla de Capri, frente al Golfo de Nápoles, pero la experiencia fue breve y no tiene entidad como para entrar en esta selección.

Quedarán algunas otras islas en el tintero, podría mencionar Chiloé, Tierra del Fuego, Gran Bretaña (¿acaso no es una isla?), las Bridges en el Canal de Beagle, Isla Pingüino frente a la ría de Puerto Deseado, la Isla de la Libertad con su estatua homónima frente a la Gran Manzana (Manhattan, otra isla), Ilhabela en el litoral carioca y seguramente alguna más, pero que por un motivo u otro no me parece que deban formar parte de este conjunto.

Asimismo, de las que quedaron fuera de esta selección podría rescatar también un montón de anécdotas. Por ejemplo, la foto a continuación representó en su momento un hito, estamos en la isla de Chiloé y llegamos hasta allí manejando el Fiat 128 Europa de mi amigo Fernando. Habíamos cruzado en ferry desde Puerto Montt y ese fue el punto más austral que alcanzamos en ese viaje por Chile y Argentina.

Chiloé, Ruta 5 a 1.200Km de Santiago, enero 1989

Las islas tienen algo, un sello distintivo, quizás sea solo una idea mía pero su gente y su cultura no necesariamente encajan en su pertenencia, digamos que se pone de manifiesto su carácter de lugar apartado, separado del resto. Con las islas también me pasa, en términos turísticos, que por lo restrictivo de su acceso quedan en mi memoria como abstracciones, hechos puntuales que se recortan del mapa de los recuerdos.

Abordando la lancha en Isla Pingüino, enero 2019

Avión, ferry, lancha, un puente, no hay muchas otras alternativas para llegar a una isla. Como nota de color, recuerdo una excursión a “Islas Tropicales”, unas islas inhabitadas en el estuario frente a Angra dos Reis, allá por enero del ’91. El barquito zarpó de Angra y luego de una apacible navegación por un mar planchado, se detuvo a una cierta distancia de la costa. El agua era tan transparente que se veía la pala del timón tocando la arena del fondo, echaron el ancla y nos avisaron que la isla no tenía muelle, que había que llegar nadando hasta la playa. Algunos optaron por usar la escalerilla que tenía el barco, y otros más audaces ensayamos una zambullida desde la barandilla de cubierta. Fue una buena experiencia, puedo decir que no me rompí nada y llegué ileso nadando hasta la orilla. La isla era un pequeño paraíso de arena y mata, casi no había olas y hasta se podía nadar dándole la vuelta al barco. Por supuesto, al regreso hice uso de la escalerilla, no había otra forma de abordar el barquito.

Las islas también marcan hitos y a veces permiten tener una perspectiva diferente de los hechos.

La isla frente a la isla y las ausencias, enero 2010

¿Una deuda temática? La isla Martín García, acá nomás…

Cuba

 

2 comentarios:

  1. Yo sí conozco la Isla Martín García!! Jaja. Y me encantaría volver!!

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  2. Luego de esta interesantísima introducción, me apresto para disfrutar de las próximas entradas!

    Enrique

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