viernes, 11 de junio de 2021

Santorini – parte 2

Santorini es la isla azul y blanca, la isla seca donde crecen las vides, la isla tranquila donde duerme el volcán.

 

El pequeño y coqueto hotel Theoxenia, que aún insiste en la calle Via D’oro (lo veo en Google Earth), fue el lugar ideal para esos cuatro días a puro asombro.

Hotel Theoxenia

El hotel está en el primer piso, la planta baja son todos locales, en su mayoría joyerías, por eso a esa calle se la conoce como la Vía D’oro.

Habitaciones en la terraza

El hotel era muy elegante y se cuidaban hasta los mínimos detalles, la atención fue excelente,  y todo lucía impecable. Pero lo mejor venía a la hora del desayuno.

Silvia en el desayunador

Subiendo esa pequeña escalera se disponían las mesas para el opíparo desayuno. No sé si fue casualidad o la habilidad de los anfitriones, pero en los días que estuvimos desayunamos solos o a lo sumo con otra mesa ocupada, nunca más de dos mesas. Casualidad o no, un detalle.

Desayunando con vista al mar

El desayunador era el punto más alto del hotel, la vista era una maravilla, de un lado la caldera y las otras islas y del otro lado, un poco más distante, el Mar Egeo. En la foto, a mis espaldas tengo parte de la ciudad, de fondo el Egeo, y al costado pueden verse la cúpula y el campanario de una de las dos catedrales que tiene Théra, la Catedral Ortodoxa Metropolitana, consagrada a la Ypapanti (la Presentación de Jesús en el Templo).

Catedral Católica

Mirando hacia el norte, entre infinidad de cruces que señalan a Katolikón, el pequeño barrio católico de Théra, destacan el domo y el elegante campanario de la Catedral Católica Metropolitana, consagrada a San Juan Bautista. Parece mentira, dos catedrales en una ciudad de 1.500 habitantes.

Escaleras y cúpulas

Transitar por las estrechas callecitas era deslumbrarse a cada paso con la arquitectura y el paisaje, era imposible aburrirse.

Reja

Pasando Katolikón, empezamos a subir rumbo a Imerovigli, la parte más alta del acantilado. Las calles se convierten en escaleras y las que dan al precipicio tienen rejas, en las que algunas parejas aprovechan para sellar su amor con los típicos candados. Por encima de la reja, a la izquierda, asoma el campanario de la Catedral Católica, y entre los últimos barrotes de la derecha se divisa la Catedral Ortodoxa.

La iglesia y el precipicio

Más ascendemos y más se aprecia el acantilado, y constatamos que cualquier peñasco es suficiente para erigir una iglesia. Abajo el puerto de Ormos Firon y su interminable escalera de 365 peldaños.

Cúpulas divergentes

La antigüedad de algunas construcciones se pone de manifiesto en los detalles, como estas cúpulas que no guardan una estricta verticalidad, o al menos una de ellas no la guarda, vaya uno a saber cuál.

Desde Imerovigli

Pero si la mano del hombre puede cometer algún pequeño error de cálculo, siempre nos queda la naturaleza para reconciliarnos con el entorno.

La caldera y los cruceros

El islote central Nea Komeni, delimita el paso de los inmensos cruceros que atracan en el medio de la caldera, cerca de Ormos Firon, para permitir el desembarco de los pasajeros mediante embarcaciones de menor calado. A los visitantes tan solo les resta subir los 365 escalones a pie o en burro.

Nosotros pensábamos en hacer una incursión al sur de la isla al día siguiente.

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La combi nos dejó en las afueras de la ciudad de Akrotiri, cerca del sitio arqueológico que releva una antigua urbanización olvidada por siglos, que está en la parte externa del arco insular, la que mira al sur, hacia Creta, distante unos 120 Km. Los estudios realizados sobre el terreno demuestran que el asentamiento, que se remonta a la Edad de Piedra, fue evolucionando hasta convertirse en un puerto estratégico dentro de la ruta marítima que trazó la civilización minoica, uniendo el norte de África con Europa en la temprana Edad de Bronce.

Sitio arqueológico de Akrotiri

El sitio está protegido por una cubierta que mantiene condiciones climáticas estables y que permite seguir trabajando en el lugar todo el año. Es autoguiado, las infografías son completísimas, y muestran algunos avances sorprendentes para la época, como el sistema de drenaje del agua de lluvia y de los líquidos cloacales, aprovechando las pendientes naturales para desagotar en el mar.

Sitio arqueológico de Akrotiri

Una tarima permite recorrer todo el sitio desde una cierta altura, pero en algunas partes se puede descender entre las ruinas. Caminar entre los murales y mosaicos reconstruidos lo transporta a uno 3.500 años atrás, justo antes del cataclismo que barrió esta urbanización: el estallido del volcán Santorini. Se calcula que esta explosión, que en su momento influyó sensiblemente en la decadencia de la civilización minoica, fue varias veces mayor que la del volcán Krakatoa, ocurrida en 1883. El suceso, conocido como Erupción Minoica, está bien descripto en Wikipedia. Dejo el link para aquellos interesados en el tema: https://es.wikipedia.org/wiki/Erupci%C3%B3n_minoica.

Sitio arqueológico de Akrotiri

El espacio cubierto ocupa algo más de una hectárea, pero en toda su superficie no se encontraron restos humanos, ni muebles, ni enseres que evidencien labores cotidianas. Esto llevó a los arqueólogos a suponer que los habitantes llegaron a abandonar la ciudad antes del estallido, llevando consigo sus pertenencias. Probablemente el volcán haya dado avisos con pequeñas erupciones o movimientos telúricos previos. No obstante, a esta antigua ciudad se la conoce como “La Pompeya Minoica” y a la isla de Santorini se la vincula con la leyenda de la ciudad perdida de la Atlántida, al punto que National Geographic le dedica una interesante página:  https://historia.nationalgeographic.com.es/a/supervolcan-que-destruyo-thera_8670/7. La nota, que justifica su lectura, alude también al sitio arqueológico de Akrotiri.

Pero no todo fueron ruinas en este día de excursión, ya que la costa exterior de la isla guarda otras bellezas naturales y algunas playas singulares, como Kokkini, conocida como “red beach”, o como la ciudad de Perissa, con su playa de arena volcánica negra.

Para llegar a la “playa roja” caminamos hasta la costa y bordeamos un trecho de la isla entre restaurantes, barcitos y estacionamientos que dan al mar, hasta llegar al pie de la montaña roja, cuya erosión dio lugar a esta playa. Resulta curioso que no se facilite el acceso, pero hay recompensa en el paisaje y en el chapuzón.

Playa roja al pie de la montaña erosionada

El senderito que se ve a la derecha es el acceso a la playa y tiene su dificultad, pero eso mismo forma parte de su encanto. El agua es absolutamente cristalina, tibia y tranquila, la arena de un rojo bermellón, producto probablemente de los óxidos de hierro presentes en la montaña y que la erosión del mar depositó formando la playita.

Lanchas en la bahía de la playa roja

Almuerzo y solcito, los ingredientes ideales para otro día de clima perfecto, ni muy caluroso, ni muy ventoso. Por la orientación de la playa, al pasar el mediodía empiezan a crecer las sombras proyectadas por la montaña roja. Es momento de partir en busca de otros destinos. Tomamos una embarcación que nos llevó, en una hora de navegación hasta Perissa, en la costa este de la isla.

Decimos adiós a red beach desde la lancha

En el salvavidas de popa de la lancha llega a leerse “Perissa”, escrito en griego por supuesto.

El viaje por el exterior de la isla, en pleno mar Egeo, muestra que la tranquilidad de sus aguas no necesita escolleras ni bancos de arrecifes, y permite disfrutar plenamente de la navegación (en esta ocasión en lancha) y apreciar las caprichosas formas de la costa. En este risco, algunos llegan a ver el perfil de la cabeza de una leona echada. La pequeña piedra que está delante no participa de la figura.

Formas  caprichosas

Seguimos avanzando y se empiezan a divisar las instalaciones en la playa de Perissa. El color de la arena es efectivamente negro, lo que da una sensación de irrealidad a los balnearios, que parecen estar sobre asfalto. De a poco asoman las edificaciones de la ciudad, entre las que se destaca la imponente iglesia Ortodoxa de Timiou Stavrou o de la Santa Cruz, con su enorme domo azul y su campanario.

Perissa desde la lancha

Ya en tierra firme, hicimos una breve recorrida por los balnearios buscando lugar. Todos muy elegantes e impecablemente mantenidos.

Entrada a un balneario

El color de la arena seguía llamando mi atención. En la foto se observa claramente que de este lado de la vereda hay asfalto y del otro hay arena, pero no se nota diferencia de color.

Black beach

Nos establecimos y el chapuzón no se hizo esperar, esto es mar abierto, no hay nada en 100 Km a la redonda salvo alguna otra isla, pero la mansedumbre del agua es sorprendente. Se nota que la arena negra está salpicada de conchillas, es un poco gruesa pero suave al tacto, y a diferencia de la típica arena de sílice y cuarzo, es muy liviana y porosa, consecuencia de las altas temperaturas que alcanzó la lava que la formó.

Nos quedamos hasta que las sombras nos echaron, la parada del bus que nos devolvió al hotel estaba a un paso del balneario. El trayecto de vuelta, aún con luz, cruzó la isla de este a oeste por poblados y campos escasamente sembrados, algún viejo molino en desuso, alguna solitaria fortaleza en la cima de una colina y muchas, muchas iglesias.

Ya en el hotel, entre duchas y aloes, hubo tiempo para un nuevo crepúsculo.

El sol lo hizo otra vez (desde el hotel)

Apoyando la cámara en la baranda del balcón ante la carencia de trípode, los sucesivos disparos fueron posteriormente editados para reunirse en una única foto. Y sí, yo también lo hice otra vez.

 

Isla de Pascua – parte 1

Santorini parte 1

2 comentarios:

  1. Recuerdo que la lancha que nos llevó a Perissa, hacía un recorrido regular. Iba y venía llevando y trayendo turistas, pero nos contó un poco averiguar cómo era el sistema, donde se adquirían los tickets. Hasta que confirmamos que funcionaba como nuestros colectivos!! Sólo teníamos que estar atentos a su llegada, pararnos cerca del agua con el calzado en la mano, y al verla, meternos en el mar hasta las rodillas (o más ... Jaja) y subir!! Todo pensado al servicio del turista!!

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  2. Realmente Santorini es "lo más". Qué maravilloso lugar"!
    Te felicito, Luis, por el pormenorizado relato, impecable, de los distintos puntos de este fantástico recorrido! Y de las estupendas fotos, ni hablar!
    Un lujo el hotel, con ese desayuno y esa vista! Las catedrales, las callecitas, ese cielo, ese mar...!
    La playa roja, la negra, qué parajes singulares!
    Las fotos finales del ocaso, secuenciadas, qué belleza!
    Qué ganas de volver!!!

    Enrique

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