Del mirador de Cordón Andino partimos hacia la Pampa del Leoncito o Barreal Blanco, que se encuentra unos 30 Km hacia el sur y le da su nombre a la ciudad.
En rigor, nos proponíamos repetir el trayecto hecho en la noche anterior hasta el CASLEO, para recorrer el Parque Nacional El Leoncito y hacer una visita diurna quizás al otro observatorio, conociendo previamente el Barreal Blanco, que tiene su entrada justo enfrente del acceso al PN.
La RN149 ofrece un paisaje singular en este tramo: nos desplazábamos hacia el sur, con las cumbres nevadas de la cordillera a nuestra derecha, y la Sierra del Tontal, de piedra desnuda y policroma, a nuestra izquierda. Por momentos la ruta bordea el pie de la sierra, en otras ocasiones se acerca al río Los Patos, que corre en dirección contraria.
Entrar al Barreal Blanco es como sumergirse en otro mundo, dejamos el auto a la orilla de ese mar estático y caminamos rodeados de un silencio y una quietud casi absolutos, cobijados por montañas y serranías, con el viento acariciándonos el rostro.
De fondo la sierra
El barro seco es bastante blando, cruje al pisarlo y se nota con toda claridad la diferencia entre la huella de un auto y la de un carrovela. Las angostas ruedas de los carrovelas apenas marcan el terreno, mientras que los neumáticos dejan una huella ancha y con cierta profundidad, que supongo que perjudica el andar de los livianos vehículos impulsados por el viento. Ya venía prevenido de circular con el auto por el barreal por este motivo, y efectivamente me abstuve de hacerlo.
Caminando hacia la nada
El barreal es el vestigio de una laguna, cuyo fondo de sedimento arcilloso terminó expuesto, secándose y endureciendo, para otorgarle a la superficie una planicidad perfecta. Al día de hoy no se conoce otro lugar así en el mundo, y solo algunos salares pueden presentar esta característica. A dicha cualidad se le suman los vientos que dominan esta llanura desértica, los que permiten la práctica de carrovelismo, singular deporte que aquí se practica desde los años ‘70. Por los comentarios que escuché, los buenos vientos soplan de tarde, pero nosotros pasamos temprano y disfrutamos del barreal en solitario, lo cual ya es una experiencia en sí misma.
Paneo en toda la vuelta
Empiezo el paneo mirando al este, hacia la Sierra del Tontal, y al girar hacia mi derecha la extensión del macizo precordillerano se pierde en dirección sur, como yendo hacia Mendoza, para dar paso a las cumbres nevadas del Mercedario y el Cordón de Ansilta al oeste (desde aquí no se divisa el Aconcagua). Sigo volteando hacia el norte, mirando hacia La Rioja, para terminar encontrando nuevamente el Tontal en el este, al completar el giro.
Desierto de barro seco
Se siente la inmensidad de la nada, viene a mi mente el recuerdo de Salinas Grandes, otra gran planicie enmarcada por montañas, pero absolutamente blanca. Aquí, el color de la arcilla seca resulta hasta un poco inverosímil, parece pintada, pero no se puede concebir a este fenómeno como producto de la mano del hombre.
Se divisa el cerro Mercedario
En cierta medida el Barreal plantea una paradoja: estamos en un valle, rodeados de tierra fértil, cerca del curso de un río que se torna caudaloso varios meses al año, pero en esta pampa no creció ni crecerá nada; la vida aquí es sencillamente imposible.
Qué notable esta Pampa del Leoncito, tan singular e inmensa! Me impresiona pensar que en un pasado remotísimo fue una laguna... Muy buena la foto "Desierto de barro seco" con la sombra tuya y de Silvita!
ResponderEliminarEnrique