lunes, 25 de julio de 2022

Visita nocturna al CASLEO

 

La visita al Observatorio estaba pactada para las 19.30, pero considerando la época del año (faltaban pocos días para comenzar el invierno) esto suponía salir a la ruta de día para llegar al observatorio en noche cerrada, lo cual tenía sentido porque el objeto de la visita era observar el cielo nocturno. El camino hasta el observatorio era completamente desconocido, el mapa indicaba que desde Barreal teníamos por delante unos 40 Km, de los cuales los primeros 30 eran de asfalto por la RN149 hacia el sur, hasta la entrada al Parque Nacional El Leoncito, y el resto un ripio en buen estado que completaba el ascenso hasta los casi 2.500 msnm, donde se encuentra el Complejo Astronómico El Leoncito (CAsLeo).

Con las precauciones del caso, cubrimos el trayecto sin dificultad. Ya dentro del parque y luego de la parada de rigor en el destacamento del Guardaparques para avisar de nuestra presencia, continuamos la subida buscando el acceso al Complejo. Curiosamente, llegados a un punto del camino, en lugar de la típica tranquera nos topamos con una reja tipo portón corredizo; según el mapa faltaba bastante y todavía no se divisaban las instalaciones, en la reja había un portero eléctrico y luego de anunciarnos nos abrieron para permitirnos el acceso. Completado el ascenso, nos recibió Ariel, quien iba a ser nuestro guía durante toda la visita, y nos reunimos con el resto del grupo, éramos en total seis personas. El máximo admitido es de diez personas, teníamos entendido que el cupo estaba completo pero el guía comentó que un grupo de cuatro no pudo llegar a tiempo, quizás la niebla haya influido en algún otro vuelo.

Con mucha hospitalidad, Ariel nos hizo pasar a una sala donde había infusiones y algo para comer, lo que fue bien recibido porque afuera el frío apretaba y en gran medida el disfrute de la experiencia dependía de la tolerancia que uno pudiese tener frente al clima.

Hasta la bendita pandemia, se podía pernoctar en el complejo, pero nos enteramos que en julio de 2020 hubo un incendio en el comedor, justo para la época en que el Parque reabría a las visitas. Pudimos ver las instalaciones del comedor reconstruidas, con la promesa de volver a albergar visitantes para este verano, nos quedó picando… también nos mostraron la cocina y las habitaciones para huéspedes; todas estas instalaciones están apartadas respecto de la cúpula del telescopio y las áreas de instrumental astronómico, las que están dispersas por las distintas puntas de la cima del cerro y no son accesibles durante la visita nocturna.

Saliendo por una puerta posterior dimos a una terraza algo más elevada, que permitía la visión en un horizonte de 360 grados. La noche estaba despejada y sin viento, y debo admitir que la mera contemplación del cielo a ojo desnudo fue fascinante. La cantidad de estrellas que se pueden observar a simple vista desde este sitio, explican por qué se trata de un lugar privilegiado y valorado por los científicos de todo el mundo.

En la terraza había un pequeño telescopio montado, el guía se valía de un puntero láser para señalar en el cielo (increíble pero funciona y resulta de mucha utilidad) y después enfocaba el telescopio para que todos pudiésemos apreciar los mismos cuerpos celestes con mayor detalle, pasando uno por uno para mirar a través del visor del instrumento. Planetas, estrellas, galaxias, constelaciones, todo impecablemente explicado y matizado con anécdotas y un poco de historia de las ciencias astronómicas, desde la antigua Grecia hasta nuestros días. Fueron más de dos horas muy entretenidas, el frío no apretaba tanto y la buena onda de todo el grupo hizo muy llevadero el encuentro.

Fue todo tan interesante que desistí de montar mi cámara Nikon con el pequeño trípode que había llevado exprofeso para esta ocasión, porque la fotografía nocturna requiere largos tiempos de exposición y varias tentativas para calibrar cada toma; por esta vez consideré que podía prescindir de la vanidad de mostrar mi fotito. Nadie quería perderse nada, Silvia siguió el mismo criterio y tampoco tomó fotos con el celular, así que todo lo que vimos nos lo trajimos impreso en nuestras retinas.

No obstante quiero dejar una imagen de la luna: esta toma fue lograda apoyando directamente el objetivo de la cámara en el visor del telescopio, como si repentinamente mi equipo tuviera montado un teleobjetivo de unos 20x.

La Luna

Nótese que no cabe la circunferencia completa de nuestro satélite en la imagen, el contorno lunar solo puede apreciarse del lado izquierdo, en donde se pueden distinguir las irregularidades de la superficie, del lado derecho el arco perfecto y liso es el borde interior del visor del telescopio. En aquel momento la luna estaba en cuarto creciente, y en término de una semana la íbamos a encontrar en fase de luna llena en Ischigualasto.

Hacia el final de la visita y a modo de suvenir, el guía montó su cámara con trípode para sacarnos una foto a cada grupo con el cielo estrellado de fondo. En la imagen puede apreciarse la cantidad y el brillo de los astros que coronan el firmamento en El Leoncito.

El mejor recuerdo que nos podíamos llevar

Luego volvimos a las instalaciones para abonar la visita y despedirnos. Fuimos abandonando el complejo cada uno en su vehículo, era noche cerrada y había que bajar del cerro por unos 10 kilómetros de ripio, solo alumbrados por nuestros propios focos. Partimos últimos y dejé bastante espacio con los otros autos para no viajar en la nube de polvo, pero enseguida me los encontré por el camino; igualmente pudimos completar el retorno sin dificultad. Ya desde la ruta, notamos que abajo, en el valle, el cielo no luce igual que desde el cerro, cosas de El Leoncito.

Eran casi las once de la noche y no habíamos cenado, en el pueblo solo quedaba un lugar abierto: El Cordón de Ansilta. Nos ofrecieron el plato del día, que lo llaman “punta de espalda”, y pedimos dos porciones. El manjar no se hizo esperar y por su aspecto supongo que se trata de la tapa del asado, en este caso preparada como un sabroso guiso y bien acompañada.

Ahora sí, con la pancita llena y todo el olor a comida imaginable en la ropa, regresamos al hotel para dar fin a nuestra primera jornada.

Mirador de Cordón Andino

Camino a Barreal

1 comentario:

  1. Qué experiencia fascinante! Ya desde la aventura del viaje al Observatorio, la llegada a ese lugar tan especial y, especialmente, las vivencias únicas que tuvieron admirando el maravilloso firmamento. Buenísima la foto con ese fondo de cuento fantástico! Imagino además cómo habrán disfrutado la "punta de espalda", ja ja, buenísimo!!!

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