martes, 30 de agosto de 2022

La Ruta 40 en San Juan

 

Regresar a San Juan capital implicaba desandar solo una parte del camino, pero una parte por demás interesante: la espectacular ruta 150 en el tramo que cruza la sierra de Ischigualasto.

El trayecto de regreso continuaba alcanzando la ruta 40 en las inmediaciones de Jáchal para así descender hasta San Juan Capital, completando entonces la vuelta a la Sierra del Tontal.

 

Última mirada a El Chiflón

Esa mañana volvimos a disfrutar el suculento desayuno del hotel Posta Pueblo El Chiflón, para abandonar La Rioja definitivamente por esta ocasión. La foto desde la ruta muestra el cañadón que se accede al final del recorrido por el parque El Chiflón, parece mentira que no habían transcurrido ni 24 horas desde que estuvimos allí. Siguiendo en la ruta, pasamos los badenes de la RP510 cruzando Baldecitos e ingresamos en la provincia de San Juan para retomar la RN 150.

Respecto de la RP510 y sus badenes, hubo un comentario la noche anterior en Ischigualasto que me impresionó, porque puso de manifiesto el riesgo al que uno se expone a veces negligentemente, por puro desconocimiento del medio.

Resulta que, cuando estábamos ya despidiéndonos, el guía hizo hincapié en que tengamos especial cuidado con la ruta de noche, por la cantidad de animales sueltos que suele haber en la zona. Hasta aquí sus palabras parecían simplemente una buena recomendación, pero a continuación se dirigió especialmente a los que volvían a San Agustín por la RP510, porque en las noches ventosas de invierno, los animales se echan a dormir en el fondo de los badenes para guarecerse del viento. Yo conocí esos badenes en 2007, tan profundos que tienen reglas verticales para cuando se inundan, pero era pleno verano, imposible imaginarse una cosa así. El guía aclaró que hubo muchos accidentes por esta causa, porque es difícil ver al animal echado en la noche en el punto más bajo de un badén.

Volviendo al trayecto, desandar la RN150 cruzando la sierra de Ischigualasto fue tan placentero como a la ida. En esta ocasión paramos en un mirador, para echar un último vistazo.

 

Mirador en la RN150

 

Mirador en la RN150

 

Mirador en la RN150

Después de la impecable RN150, en la RN40 encontré partes desparejas, algunos tramos con el deterioro propio de la falta de mantenimiento, y otros mejorados pero sin buena demarcación.

Este tramo de la ruta 40 baja casi en línea recta desde Jáchal a San Juan capital. Volvemos a divisar la sierra del Tontal a nuestra derecha, de ese mismo lado y en paralelo a la ruta corren las vías abandonadas del FFCC Belgrano, detrás de las vías y hasta la lejana serranía es todo desierto. A la izquierda se divisan otras sierras, y después de pasar por las localidades de Niquivil y Tucunuco, se abre la RP475 que lleva a Mogna, una localidad que nos mencionaron en la oficina de turismo de Jáchal dentro de la ruta de los molinos. Entre otros atractivos, este pueblo tiene la Iglesia de Santa Bárbara, la cual recibe multitudinarias peregrinaciones dos veces al año, y la tumba de Martina Chapanay, la heroína comentada en la entrada Camino a Jáchal <enlace>.

Mogna fue una de las primeras fundaciones coloniales en territorio sanjuanino, y recientemente fue otra víctima de la contaminación de los ríos sanjuaninos por la megaminería, lo que provocó un gran éxodo: solo queda un puñado de habitantes aferrado a sus orígenes.

Por último, decir que a mitad de camino por la RP475, se cruza una quebrada conocida como Valle Encantado, que tiene senderismo y buenos paisajes. Lamentablemente estábamos muy limitados con el kilometraje del auto, así que decidimos seguir de largo, este desvío queda para otra oportunidad.

Pasado el mediodía, paramos en Talacasto a almorzar, casualmente tal como hicimos a la ida. Fue en este punto en donde abandonamos la RN40 para cruzar la sierra del Tontal camino a nuestro primer destino.

Otra vez en movimiento, la ruta se convierte en autopista en sus últimos kilómetros y finalmente entramos a la ciudad de San Juan para dirigirnos al Gran Hotel Provincial, ubicado en pleno centro a metros de la Plaza 25 de Mayo, el cogollo de la urbe.

 

La ciudad de San Juan

Patrimonio Natural de la Humanidad

 

sábado, 27 de agosto de 2022

Patrimonio Natural de la Humanidad

 

Como cierre de este capítulo que abarca, entre otras cosas,  las dos visitas al Parque Provincial Ischigualasto, quisiera hacer una reseña sobre el mismo, como una forma de asomarse a los aspectos que están más allá de lo meramente paisajístico, pero que también forman parte de lo que yo considero turismo. Lo siguiente es una parte de la información que recabé antes de viajar, por supuesto que hay mucho más disponible para el que quiera profundizar; pueden contar conmigo o animarse en internet, porque con solo un par de clics alcanza.

 

La historia de la Tierra

Como se trata de extensos períodos temporales, la historia de la Tierra se divide en “Eras”, así como un año se divide en meses; a su vez las Eras se subdividen en “Períodos”, como los meses en semanas. Toda esta clasificación se resume en el llamado “Calendario Geocronológico”.

En Ischigualasto está representado el Primer Período de la Era Mesozoica, denominado Triásico. Este período, sucedido hace más de 200 millones de años, en cualquier otra parte del mundo se encuentra sepultado a gran profundidad por los sedimentos que se fueron depositando en todo este tiempo; lo que hace singular a Ischigualasto es que aquí se puede observar a simple vista.

 

Huellas del pasado: helechos fosilizados

Esto se debe a que hace unos 70 millones de años (150 millones de años después de terminado el Triásico) se produjo un choque de placas: la llamada “Placa de Nazca” que se trasladaba por el Pacífico hizo contacto con nuestra placa continental americana, provocando una fuerte presión que dio origen al levantamiento de la Cordillera de los Andes. Esta misma presión se transmitió dentro del continente provocando fracturas que generaron placas más pequeñas, algunas de las cuales se hundieron mientras que otras emergieron.

La placa que dio origen a Ischigualasto, además de levantarse, se vuelca, dejando expuestas cada una de las formaciones geológicas que componen el periodo Triásico. Es así que se ha determinado que Ischigualasto es el único lugar en el mundo donde se encuentra una secuencia completa de sedimentos continentales de este Período. Entrando en detalle, el vuelco no es total, que sería un giro de 180°, sino que la placa giró unos 150°, casi por completo, pero ese “casi” es el que caracteriza fundamentalmente a la zona del Valle Pintado, porque pueden verse esos 30° de diferencia en los estratos inclinados, que dibujan suaves ondulaciones producto de la erosión.

 

No se dio vuelta del todo

Esta es la razón por la cual la UNESCO declaró a Ischigualasto “Patrimonio Natural de la Humanidad” en noviembre del año 2000.

 

Los Dinosaurios más Antiguos del Mundo

La excelente preservación que caracteriza a los fósiles en Ischigualasto permitió el hallazgo de los restos de los que hoy se consideran los dinosaurios más antiguos del mundo, además de su estudio y posterior reconstrucción y montaje. Estos son el Eoraptor y el Herrerasaurus.

El Herrerasaurus Ischigualastensis, fue descubierto en 1958 y es uno de los dinosaurios más primitivos de los que se tengan registros. Si bien hasta ahora no se ha encontrado ningún ejemplar completo, se pudo reconstruir todo su esqueleto producto del hallazgo de más de una docena de individuos incompletos.

El Eoraptor Lunensis, descubierto en 1991, es considerado el dinosaurio más primitivo y completo de la sección inferior del Triásico Superior (215 millones de años) y posee información anatómica muy valiosa para comprender las primeras etapas evolutivas de los dinosaurios. Eoraptor significa “ladrón del amanecer”.

Ambos son las “estrellas” del Centro de Interpretación, en donde se exponen réplicas de los fósiles hallados de estos ejemplares, como así también un montaje de cómo sería el aspecto de estos dinosaurios en tamaño real.

 

Reinos perdidos

 

Etimología del término Ischigualasto

De nuestra primera visita en 2007 recuerdo que el término Ischigualasto podía interpretarse como “lugar sin gente” o “lugar sin vida”, que los pobladores originarios (los diaguitas, que serían los quechuas de las sierras) usaban para denominar a los sitios donde no podían establecerse ni se encontraban condiciones favorables para la vida. En esta última visita también escuché atribuirle como significado “sitio donde se posa la luna”, asociando esta etimología al topónimo “Valle de la Luna”.

 

Las geoformas

Agua, sol y viento: los ingredientes necesarios para esculpir la roca. No importa si se trata de duro granito o de arenisca apenas compactada, porque las fuerzas de la naturaleza no tienen apuro, simplemente vencen por pura insistencia.

 

Pintado por la naturaleza

 

Loberías y Barrancas de azufre en 2007

 

Los dichosos 30°

Horizonte inclinado, la única manera de enderezar estas piedras.

 

Estratos a la vista

 


Circuito vehicular diurno

 

Recorrer Ischigualasto significa posar los pies sobre los mismos caminos que hace más de 200 millones de años recorrieron los dinosaurios.

No es solamente el paisaje o la aventura, porque a su manera, es una forma de viajar al pasado.

 

 

 

La Ruta 40 en San Juan

Ischigualasto de noche

 

jueves, 25 de agosto de 2022

Ischigualasto de noche

 

Si la noche en El Leoncito me maravilló por la cantidad de estrellas que se ven a ojo desnudo, esta noche en Ischigualasto sorprende por la claridad. En rigor, estando ya en el descampado puedo decir que nunca termina de hacerse de noche, la luna llena domina el firmamento con su brillo y el cielo sigue siendo un poco celeste, más claro en el cenit y oscureciéndose en un lento degradé a medida que bajamos la vista. A su vez, al mirar hacia el horizonte, esta relativa oscuridad queda interrumpida en distintos puntos por el resplandor que proviene de las luminarias de los poblados cercanos, como pequeñas auroras diseminadas en derredor.

 

Llegamos temprano, contando con tener cierto margen para comprar algo de comida, pero nos encontramos con una impactante cantidad de autos esperando para ingresar al periplo nocturno al igual que nosotros. Había bastante desorganización, la partida se fue retrasando mientras seguían llegando autos. Calculo que en total habría entre treinta y treinta y cinco vehículos, que si estimamos a razón de un mínimo de dos personas por vehículo, significa alrededor de setenta personas: una enormidad. Y pensar que a la mañana éramos ocho más el guía.

 

Las luces artificiales en el acceso hacen ver el cielo más oscuro

Hacía mucho frío, soplaba viento, pero la demora nos vino bien para poder conseguir algo para picar, porque el único local abierto en el parque estaba desbordado. Compramos unas empanadas que comimos en el auto, mientras esperábamos ya en la cola para ingresar.

 

En la cola esperando ingresar

El recorrido es diferente al diurno, se llega hasta la estación de la Cancha de Bochas con el auto y se hace una vuelta en redondo a pie por lugares que no se visitan de día. Por suerte, al bajar al valle amainó el viento y el frío se hizo más soportable.

 

Iniciamos la travesía con el auto

Previsiblemente, al bajar de los autos (la posta de la cancha de bochas se convirtió en un enorme estacionamiento) quedamos lejos del guía, y al emprender la marcha la fila se fue estirando, fue imposible acercarse.

Si bien es absolutamente necesaria la presencia del guía, se puede caminar perfectamente porque se distingue donde se pisa, las irregularidades del terreno no representan una dificultad, más allá de un mínimo cuidado. El guía es imprescindible porque apenas nos alejamos de los autos, las ondulaciones del terreno hacen que se pierdan todas las referencias, y una vez que estamos a campo través no hay manera de orientarse, salvo por la luna y las estrellas.

 

Resplandor en el horizonte

A medida que los ojos se van acostumbrando a la oscuridad, se empiezan a apreciar los detalles del entorno, y de acuerdo con la orientación de la luna se distingue perfectamente cuales zonas quedan iluminadas y cuáles no.

 

Luz de luna llena

Las geoformas no podían faltar, este hongo tiene unos tres metros de alto. Me hubiese gustado poder quedarme a contemplarlo un rato y jugar con la cámara, pero al parecer todos los presentes tuvieron el mismo deseo que yo… y éramos una multitud.

 

Un hongo como el de El Chiflón

La caminata fue a paso vivo, con un par de paradas intermedias. Yo llevaba mi cámara réflex al cuello y el trípode en la mochila, pero rápidamente entendí que iba a ser muy dificultoso usarlo. No fui el único que llevó trípode, vi a algunos entusiastas armar y desarmar el equipo a los apurones, pero yo no estaba por esa labor. En nuestro caso, las mejores fotos son del celular de Silvia.

 

¿Ese será el Lucero?

Ninguna foto está retocada digitalmente, ni compensada la luz ni ningún otro tipo de edición. Y puedo afirmar que no representan ni la décima parte de lo que se ve a ojo desnudo. La evidente baja calidad tiene más que ver con el apuro, con la premura con que se desarrolló toda la travesía.

 

Apenas se divisan las estrellas

La experiencia tuvo sus peculiaridades, porque uno puede imaginar que un grupo de setenta personas representa un espectro variopinto, una cierta diversidad de gustos y hábitos.

Era esperable la variedad de aromas en el humo, al fin de cuentas estábamos al aire libre, digamos que algunos hicieron su propio viaje. Pero lo que no me esperaba era ver una mascota. Alguien hizo la caminata nocturna con un perro. No sé si el dueño la pasó bien o si pudo aprovechar realmente la experiencia, pero el pobre animal seguro que no: de noche, rodeado de extraños y en un lugar ignoto, estaba previsiblemente inquieto y en un tenso estado de alerta. Todo muy loco.

 

Se puede ver a cierta distancia

En la única ocasión en que pude quedarme treinta segundos quieto sin que nadie se me cruce y sin temor a perderme por quedarme muy atrás, logré apoyar la cámara en un lugar firme y mantener el obturador abierto bastante tiempo. Al ingresar suficiente luz, la foto parece diurna, pero eran más de las diez de la noche.

 

¿es de día o de noche?

Las paradas tampoco se podían aprovechar mucho, el guía esperaba a que lleguen todos (o casi) para empezar a hablar, pero la muchedumbre a veces tenía sus propios planes.

 

Salió movida

Cerca del final del recorrido tuvimos que subir de a uno en fondo, no se terminaba más la cola.

 

Baranda

Como cierre, ya de vuelta a la zona del estacionamiento nos esperaba un refrigero: pinchos de dulce de membrillo y queso (un manjar) acompañados de vino y gaseosas. Pude observar como algunos, al amparo de las tinieblas, aprovecharon para saciar su apetito y su sed desmesuradamente. Cosas de la multitud.

 

Geoformas y estrellas

El circuito está bien pensado, la experiencia es genial, pero tengo que concluir que la cantidad de gente desluce todo, me parece que priva el negocio por encima del servicio.

La vuelta al hotel la encaramos con mucha tranquilidad, avisaron que podía haber animales sueltos en la ruta.

 

Patrimonio Natural de la Humanidad

El Chiflón