Otra ruta escénica
La experiencia del molino de Reyes fue gratificante, poder hablar con la dueña le dio otro sentido a la visita. Con ese buen talante empalmamos la RP49 para poner rumbo a Huaco.
La RP49 cruza la Pampa del Chañar, para bordear el Embalse Los Cauquenes, también conocido como Dique de Los Lisos o Dique de Huaco, hasta la cabecera del cañón del río Huaco, y serpentea contorneando este vistoso cañón para cruzar el Área Natural La Ciénaga, región que guarda cierta similitud con Ischigualasto, y en donde se han encontrado fósiles pertenecientes al período paleozoico inferior, de unos 400 millones de años de antigüedad. Es un área de sumo interés desde el punto de vista geológico porque las rocas sedimentarias de ese período están expuestas, digamos que están a cielo abierto, lo que facilita el relevamiento y estudio de sus características.
El trayecto nos obsequió otra ruta escénica, muy entretenida, con bastante cornisa, con algunos túneles con espejos en sus extremos (imprescindibles porque se pasa de a un auto a la vez y lo que sobran son curvas) y curiosas formaciones geológicas. Ruta provincial, sin banquinas, angosta y enroscada, que obliga a tocar bocina en las curvas ciegas y se transita con extrema prudencia.
Vaya como muestra este video que, aunque esté filmado en vertical, permite darse una idea de lo enroscado del camino:
Curvas ciegas
Mirador de la Cuesta de Huaco
Hacia el final de este tramo de ruta revirada y angosta (condiciones impuestas en parte por la misma orografía del terreno), y habiéndonos separado del cauce del río Huaco hasta perderlo de vista, llegamos al extremo de la serranía, donde comienza el descenso hacia el Área Natural La Ciénaga, que retoma el curso del río. Pero justo en el comienzo del descenso, un cartel nos avisa de la presencia del mirador, y nos desviamos para bajar del auto y contemplar una de las mejores vistas que tiene para ofrecer el Departamento Jáchal.
Mirador de la Cuesta de Huaco
Estamos a bastante más altura que el valle, y se divisan a lo lejos algunos otros cordones de precordillera. A nuestra izquierda, el tramo final del cañadón parte en dos el macizo, y al abrigo de las serranías, el antiguo Hotel Agua Hedionda (¡vaya nombre!) vigila la cuesta que desciende hasta bordear el río, siguiendo de cerca su curso para alcanzar la ciudad de Huaco.
Hotel Agua Hedionda
En el mirador, un monolito recuerda a Buenaventura Luna, quien también dedicó estrofas a este grandioso paisaje.
Busto de Buenaventura Luna
El día estaba bastante nublado y era una pena, hubiese querido poder apreciar este espectáculo con un cielo despejado.
La ruta hace caracoles para bajar a La Ciénaga
Sigue la ruta escénica
Descendiendo por la cuesta hasta el valle, atravesamos el Área Natural La Ciénaga entre curiosas formaciones y estratos multicolores. La naturaleza se puso caprichosa y diseñó formas que desafían la imaginación, y que a veces sugieren objetos conocidos, como es el caso del Sillón del Gigante, que se destaca entre las serranías bajas.
El sillón del gigante
Viejo Molino de Huaco
Este molino, construido por el chileno José María Suarez y Poblete allá por 1775, pasó a la familia Dojorti (deformación del apellido original Daugherty) en el siglo XIX. En este caso también el molino está atendido por una descendiente directa de sus dueños.
Molino de Huaco
La impresionante noria, de unos dos metros de diámetro, está formada por un conjunto de piezas de algarrobo, y es movida por el agua que llega a través de una canaleta desde un curso cercano. Tanto la noria como los ejes y mecanismos que trasmiten el movimiento, se lubricaban con grasa de pella para disminuir el rozamiento y evitar el desgaste, prolongando su vida útil.
Noria
Entre estos muros de adobe y sus techos de cañizo, el pequeño Eusebio (nuestro ilustre Buenaventura Luna) dio sus primeros pasos. Ya de adulto, prefería deambular por las instalaciones del antiguo molino familiar para buscar su inspiración, o tal vez la “sombra del fuerte abuelo que ya se fue”, como inmortalizó en sus versos.
Estatua de Buenaventura Luna
El pueblo, el cementerio, el árbol
Era tarde para almorzar, pero la señora Teresa nos recibió en su comedor sin problemas. Era el único lugar disponible a esas horas, y disfrutamos de unas sabrosas milanesas con fritas.
El comedor de la señora Teresa
Después dimos una vuelta por el pueblo, y por último nos llegamos hasta el cementerio para ver la tumba de Buenaventura Luna, que descansa bajo un algarrobo acompañado de una guitarra.
Casas de adobe en Huaco
Más adobe
Tumba de Buenaventura Luna
También nos acercamos a un
árbol histórico, a cuya sombra descansaron El Chacho Peñaloza y Facundo
Quiroga. El “árbol grande” como lo conocen los lugareños, se quemó hace poco,
pero lograron salvarlo y de a poco va recuperando su follaje. Unos monolitos perpetúan los históricos momentos que se sucitaron a su centenaria sombra.
El árbol grande
Restaba volver a Jáchal a tiempo para visitar el recomendado Museo Prieto: lamentablemente el lugar estaba abierto pero desatendido, parecía una simple colección de objetos en desuso que no tenían conexión entre sí. No había carteles indicadores o infografías, solo un inmenso predio. Una desilusión, que para colmo nos hizo apurar la vuelta, cortando camino por el llano en vez de repetir la ruta escénica por la RP49. Nos quedamos con las ganas de disfrutar nuevamente esos paisajes.
Otro hermoso recorrido! Muy linda la vista del Mirador de la Cuesta del Huaco!
ResponderEliminarRealmente qué loco el nombre del hotel, a quién se le ocurre!
Buenísimo el descenso a La Ciénaga, cómo "caracolea" la ruta en medio de ese hermoso y curioso paisaje!
Qué emblemático el Molino, con el espíritu del mítico poeta!
Me encantan las casas de adobe. Ojalá que el "árbol grande" siga recuperando su antiguo porte...
Enrique