sábado, 9 de septiembre de 2023

Cartografía

Cartografía

Tal como sucedió en otras ocasiones, para aprovechar el escaso tiempo disponible volamos directo a San Martín de Los Andes y –salvo el trayecto inicial del aeropuerto a la ciudad- nos movimos en un auto de alquiler. Ya referí el error de reservar el vehículo para el día siguiente a la llegada, el taxi desde el aeropuerto al departamento insumió aproximadamente el valor de la mitad de un día de alquiler.

 

Puente sobre el río Chimehuin

Decidí resumir todos los trayectos en dos mapas: uno con los destinos próximos a la ciudad, y el otro con los más distantes. Podemos llamarlos Cercanías y Lejanías. Todos los trayectos son de ida y vuelta, no enlazamos distintos destinos sin pasar invariablemente por la ciudad. La única singularidad fue el día lluvioso que intentamos el lago Huechulafquen y el mal clima nos obligó a retroceder, para retomar la RN40 y terminar en Aluminé. Pero a los efectos de mostrar los recorridos, no tiene entidad, porque a posteriori pudimos completar el recorrido hasta ese bellísimo espejo de agua.

 

 

Cercanías

 

Lejanías

 

Datos globales

Duración del periplo: 9 días

Vehículo: Chevrolet Onix 1.4 Joy (2019)

Distancia total recorrida desde el día 19/1 hasta la partida el 27/1: unos 1.500 Km

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Por último, quiero recordar que todas las entradas relacionadas con este viaje –incluida ésta- quedan para su consulta de manera permanente en el link “San Martín de Los Andes 2022” que aparece arriba a la derecha en la página de inicio del blog (o en el Menú si lo ven desde el celular o la tablet).

Quisiera decir gracias a todos los que siguen mis pasos virtuales en este blog, estas páginas son para ustedes.

Nos estamos leyendo…

 

Última vuelta

viernes, 8 de septiembre de 2023

Última vuelta

Día 9 – 27 de enero

Una última vueltita por el centro cívico y la playa, con las valijas ya hechas. El muelle tiene en su extremo un mirador con bancos, sabia decisión, porque la vista del lago es digna de contemplación sin apuro.

 

El lago desde el muelle

Cómo no entender a los antiguos pobladores, si ante semejante espectáculo dejaban volar su imaginación y la emoción los hacía sentir más cerca de sus ancestros y sus dioses.

 

La Chalupa de las ánimas del lago Lacar

Recopilado por Bertha Koessler, 1962. Narrado por Ñancupán.

Parecía que iba a ser un día nublado, pero cuando me fui a eso del mediodía al Lacar, para ver mis majadas, que pastaban cerca del peñasco llamado Bandurria, el sol se había comido la neblina, había iluminado todo. Como aceite se veía el agua, que se movía suavecito. En el cielo no se veían nubes grises, ni oscuras, ni "plumitas" de color se veían. Cuando miré otra vez el vallecito que está a la derecha de la Bandurria, vi que algunos de mis animales miraban furiosos hacia el lago. Y allí fue que vi el "palo", el árbol de los espíritus que es el lago. Pero a mí no me parecía árbol, sino una barca, que tenía dos palos y clarito se veían los hombres que remaban.

Pesada andaba, despacio, no tenía nada de raro, cualquiera podía ver que iba hacia el Sur. Cuando yo, contento, le hice señas, ni me miraron; parecía que descansaban no más, sin hacer ruido casi y miraban alrededor sin preocuparse. Yo sabía que en el lago no hay barcas, solamente una que otra canoa. Conocía las barcas, que una vez, cuando fui en un malón que hicimos en Bahía Blanca, vi muchas cosas nuevas y también estas barcas. Y lo que me parecía ya tan antiguo resultó de repente muy cerca: una barca en el Lacar. Relucía todo, parecía que la barca se agrandaba y que quería subirse en el aire, igual que una nube clarita. Grité y le hice señas. Hice ondear mi trarulonko (vincha que se coloca en la frente) entre los arbustos. Me parecía conocer las caras de la gente que movían los remos todos igual. Eran caras satisfechas, tranquilas, que saludaban al sol. Tan cerca estaban ellos, que el ruido de los remos lo escuchaba lo mas bien. Todo ahí era luz: alegre era eso. Tuve como un escalofrío y quería estar con los amigos. Quería correr hasta la playa. Una barca de los espíritus sería; serían los antiguos que se atrevían a andar en pleno día y sin viento. Pero todavía quise esperar a ver que iba a hacer la barca, ¿seguiría para el Sur? Entonces parecía que querían dar vuelta. Pero al contrario remaban para el centro del lago, donde se había ido formando una mancha oscura, azul, alrededor.

La mancha se hacía más grande y la mancha se achicaba. De repente, cambió todo: los que remaban se volvieron gaviotas. Volaban en círculo como para orientarse y al fin decidieron nadar. Mucho rato todavía se veían sus alas y se escuchaban sus risas ju, ju, ju. El espíritu de los antepasados, se volvió un gran ketru (pato). Chapoteaba fuerte; haciendo mucho ruido nadaba y dejó una mancha espumosa detrás, que se veía como un trarulonko que flotaba en el lago. La barca se había vuelto un tronco de leña, y el tronco se deshizo en pedacitos grandes y chicos. Sobre el agua flotaban y se hundieron al rato, después. Fuerte estaba la luz del sol. Nada se oscurecía con sombra. La barca se había ido para siempre y yo estaba seguro de haber visto un " cambio". Uno de esos de que hablan en la tribu desde antiguo, desde muchísimo tiempo atrás. De los cambios que cuentan los viejos, como hablan del uampú (canoa de madera hecha de un tronco ahuecado). Como no voy a creer en el " tronco" que muchos lo han visto. Nguluches (mapuches chilenos -ngulu "oeste" y che "gente"), que hay que creerles, chilenos, que saben muy bien que es un uampú. A veces aparece como cacique y hasta muestra el hacha de mando. También sabe cabalgar sobre una inmensa raíz, que hace pedazos lo que se le pone por delante en las noches de tormenta.

Todo eso significa desgracia, hay que cuidarse.

El "tronco" o " cacique", saben llamarlo, no es tan rico y poderoso como Shoompallué (ser mitológico que vive en el agua, rapta a las jóvenes y se las lleva a su reino submarino). Este sí es poderoso, este tiene en el fondo del lago casas y vasijas de oro y las mujeres más lindas. Los viejos cuentan que vivía solo en la ciudad que está hundida en el lago. La ciudad que desapareció, que por eso se llama Lacar el lago, quiere decir la ciudad muerta. Así que él está viviendo en la ciudad, mientras que el " tronco" o " cacique", anda siempre sobre el agua. Pude cambiarse en lo que más le guste, no hace nada malo, al revés que Shoompallué, que a veces no es bueno. Ahora claro que el "tronco" mata, cuando lo hacen enojar. Le gusta remar contra la corriente y contra el viento, porque es muy fuerte. Su uampú es más grande y más pesado que otros, pero muchas veces se deja ver como tronco de árbol y no como canoa.

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Quizás haya dejado este relato para el final, porque ese encuentro con los ancestros en cierta medida refleja la tristeza del adiós, el final de la aventura. Fue una semana intensa, de las que me gustan a mí, andando mucho y descubriendo mucho más aún. Durante unos días, habitamos en esa parte de la Patagonia que se recuesta sobre la Cordillera entre lagos y bosques de coihue, que sabe de los vecinos allende las montañas, y que supo perdurar en el rigor de un clima hostil. Donde no falta el agua dulce, que invitó al sedentarismo agricultor, a diferencia de la nómade estepa.

 

Amarras

Una última acotación sobre los pobladores originarios de la araucania, que pone de manifiesto otro rasgo de su cosmogonía: este pueblo tiene su particular concepto de minería, porque le otorga un alto valor a las piedras, pero se trata de un valor místico, más bien un poder. Las “machis” de la tribu (viejas sabias asimilables a una curandera) conocen y utilizan ese poder según su necesidad: una calcanura, por ejemplo, es una piedra en forma de disco que en manos de la machi puede hacer buena una cosecha; el pimutuhue es la piedra de la adivinación; o la temible katari kura, una piedra agujereada que le permite arrojar el mal sobre una persona con un simple soplido. Dentro de sus recursos destaca el kultrún, un tamborcito hemisférico con inscripciones en su parche. El kultrún puede alojar algunas llancas, pequeñas piedras de mineral de cobre de un color verde azulado, que al batir el parche le dan al instrumento una sonoridad particular, con la finalidad de favorecer el trance de la machi.

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En lo relativo al viaje, solo quedaba cargar el auto con las valijas y enfilar para el aeropuerto, ya que habíamos arreglado devolver el vehículo allí. A diferencia de la ida, el vuelo de regreso fue tranquilo, y a la tardecita ya estábamos de vuelta en casa.

 

Cartografía

Playa de Yuco

jueves, 7 de septiembre de 2023

Playa de Yuco

Día 8 – 26 de enero

Para el último día completo, elegimos Yuco, un conjunto de playitas en la margen norte del Lacar, camino al paso fronterizo de Hua-Hum. Este nombre, que no tiene una traducción al español, podría interpretarse como “afilado”, en alusión al perfil de la península entrando en el lago.

El trayecto a Yuco consta de unos 26 Km de ripio en buen estado, y lo mejor es llegar temprano porque no hay mucho lugar disponible para dejar el auto, aunque una vez adentro descubrimos otros estacionamientos que evidentemente, el que llega por primera vez desconoce de su existencia.

En resumen, se trata de cinco playitas a las que se accede por senderos que atraviesan el bosque nativo, en una pequeña península que se adentra en el espejo del Lacar. Las playas están numeradas del 1 al 5 y las fuimos recorriendo con ayuda de las indicaciones que aparecen en los cruces de caminos.

 

Plano de las playas de Yuco

La playa 1 está cerca de la ruta, y quizás por eso sea tan concurrida. Si bien todas tienen su encanto y su dificultad por lo irregular del terreno, esta primera no me resultó especialmente recomendable.

 

Playa 1

Mucho mejor resultó la playa 2, donde paramos a matear y darnos un chapuzón. Una particularidad de estas playas es que ocupan ambos lados de una península, como puede verse en la infografía. Esto, combinado con la frondosa vegetación y la altura de los cerros que bordean el lago, condiciona la incidencia del sol y provoca corrientes migratorias en los adoradores de Febo. Igualmente, para aquellos que no desean achicharrarse como lagartos, la topografía del lugar les ofrece la posibilidad de ocupar los buenos espacios que van quedando vacíos al avanzar las sombras. Todo esto provoca –al menos cuando las visité ese día- un incesante movimiento de personas que se desplazan con sus enseres de una playa a otra.

 

Playa 2

También hay senderitos que se encaraman a algún peñón y regalan hermosas vistas del lago y su entorno, y otros que permiten acceder a rinconcitos solitarios.

 

Vista del lago desde un sendero

Fuimos conociendo las restantes playas y adentrándonos por los umbrosos senderos que surcan la península en todas direcciones. Al fin y al cabo, toda la zona termina siendo un entretenido paseo con bonitas vistas del lago en cada punto en que uno se asoma. Cuando encontrábamos algún lugarcito, nos echábamos un rato, para luego seguir explorando movidos por la curiosidad. Terminamos integrándonos a la trashumancia que nos había llamado tanto la atención al llegar, no se puede criticar nada.

 

Solcito on the rocks

El área cuenta con una proveeduría emplazada en un claro en el medio de la península, cerca de la cual también hay fogones; esta es la única zona un poco parquizada, el resto es naturaleza agreste. Muy pocas instalaciones sanitarias, solamente vimos un conteiner que hacía de baño público, pero sus accesos estaban cerrados con candado. Vimos también algunos puestitos de comida rápida, y alguna parrilla. Por supuesto conviene ir provisto con todo lo que uno pretenda consumir, la oferta en el lugar es acotada.

 

Otra playita

El sol se fue corriendo, y terminó por corrernos a nosotros. Anticipamos la vuelta para comprar regalos y hacer nafta, ya que había que devolver el vehículo con el tanque lleno. La sorpresa vino al llegar al departamento: ¡habían arreglado el ascensor! Ironías del destino, habíamos transcurrido prácticamente toda la estadía subiendo y bajando por las escaleras, recuerdo también que subimos las valijas con la ayuda del propietario, pero las íbamos a bajar (un poco más cargaditas) por la cabina metálica con botonera.

 

Última vuelta

LagoPaimún

 

martes, 5 de septiembre de 2023

Lago Paimun

Día 7 – 25 de enero

Lago Paimún

La navegación por este plácido lago nos depositó en una solitaria playita, una tribuna natural orientada hacia el impávido volcán Lanín y su casi perfecta silueta triangular. Estamos a escasos 3 kilómetros de la frontera con Chile, y el guía comenta que toda la zona está atravesada por senderos de mediana o alta dificultad, que permiten cruzar a pie al país vecino. También hay algún camping o zonas de acampe para pernoctar, en un absoluto contacto con la naturaleza.

Nosotros nos contentamos con establecernos en un tronco de árbol caído que ofició de mesa para desplegar el equipo de mate, otros se dedicaron a pasear por la orilla, alguno se echó sobre la arena para tomar sol, y no faltó el intrépido que se dio un chapuzón. Como una cortesía de la tripulación, nos obsequiaron unos deliciosos scones para acompañar la mateada y las otras vituallas que transportamos. Supongo que alguien habrá aprovechado para administrarse un antitérmico…

Nos sentamos mirando a la mole, a matear tranquilos. La vista tenía esa cualidad de lo naturalmente bello, de esas cosas que uno quisiera llevarse consigo.

 

Vista desde la playita



 

Tranquilidad

 

 

 

La playita está encerrada en una pequeña bahía, reparada del viento y con suficiente vegetación como para no tener que permanecer forzosamente al sol. Todo el entorno trasunta una plácida quietud, y el murmullo de las olitas solo se siente interrumpido por el canto de algún pájaro o las lejanas voces de los otros pasajeros.

 

 

 

 

 

Para tomar la siguiente foto, esperé un momento de completa tranquilidad para salir de debajo de la sombra, avancé unos pasos por la playa y me senté en la arena, con la sola vista del volcán. Con toda la parsimonia del mundo, busqué el encuadre que más me gustó y, con la imagen capturada, me volví a la sombrita a seguir mateando con la patrona.

 

Volcán Lanín visto desde la playita

Me transporté a quien sabe qué rincón de la memoria, y regresé con otro relato rescatado de las tradiciones orales de los pobladores originarios, esta vez referido al imponente volcán.

 

Hablando de Ciudades Perdidas (extracto de antiguas narraciones de pobladores originarios recopiladas en español)

-          La Ciudad Encantada del Lanín

Dicen que hay una ciudad encantada en ese cerro, en el Lanín. Dicen que se ha visto gente. Había un forastero que porfiaba por subir al Lanín.

Conversan dos lugareños:

- Vamos a ver compañero, ¿Va a subir a ese tapado de nieve, ése que nunca seca?

- Compañero, no va aparecer más si va. Hay un pueblo adentro. Te dan calabozo si vas. La gente paisana decía así. ¿Va a ser capaz de subir ese gringo?

Y el gringo porfiaba por subir, Y dicen que los dos y otro compañero fueron a subir: Ahí dicen que se enojó el cerro y que venía un viento fuerte y nevaba. Y caían. No los dejaba subir. Se resbalaban, se revolcaban y se perdían en la nieve. Se golpeaban por todas partes. Se cansaron, no se podían sujetar. De un soplido los mandó rodando y llegaron abajo. Entonces se les antoja recorrer toda la orilla. Y había un puente. El gringo andaba como loco. Y entró, y pasó el puente. Se abrió como una boca y quedó ahí adentro. Y el muchacho decía:

- Casi me tocó a mí también. Casi quedé adentro no más. Se perdió el compañero. Y el viento siempre enojado los perseguía. Los dos que quedaban oyeron todo. Dicen que hablaba gente, toreaban los perros, bramaban como vacas y toros, relinchaban caballos. De todo se oía.

Dicen que ahí se ha perdido gente. Entran a ese pueblo y no vuelven más.

Dicen que a los años apareció el gringo. A los dos años se aparece la gente que ahí se ha quedado. Lo reconocieron, pero no habló nada. Todo blanquito, chupada la sangre. Los compañeros lo vieron al gringo. Él les volvió la espalda y no se los vio más.

Dicen que el Lanín se tragó ese pueblo y que no va a aparecer más.

 

Por supuesto que estas montañas merecen respeto, lo que aquí abajo, en tierra firme podría ser una simple ventisca o un poco de mal tiempo, en la ladera del volcán y a más de 1500 metros de altitud, puede resultar mortal. Si uno observa las fotos con detenimiento, se puede notar con nitidez el límite de la vegetación, ya que el tapiz verde de las laderas se interrumpe dibujando una imaginaria línea horizontal que marca la transición a la piedra desnuda. Dicho límite se sitúa entre los 1500 y 2000 MSNM, según la región. Por encima de esa cota, el clima se vuelve imprevisible y las temperaturas se tornan extremas, descendiendo por las noches a varios grados bajo cero. No es para cualquiera, y el relato trasunta esa misma noción de peligro latente.

Como lo bueno dura poco, y lo muy bueno apenas un pestañeo, se hizo la hora de regresar. Juntamos nuestras cosas, calzamos los barbijos, y emprendimos el regreso. El Lanín se pierde rápidamente tras los montes cercanos, para reaparecer ya cerca del embarcadero.

 

De regreso a puerto Canoa

 

Otra playita vista desde el lago Paimún

Desembarcamos en puerto Canoa y nos quedamos otro rato en playa Bonita, el sol había cambiado de posición y las montañas mostraban otros colores, los juegos de luces y sombras le daban un toque distinto al paisaje.

Solo quedaba retornar al departamento, desandando los caminos que nos trajeron hasta aquí. Este rinconcito del mundo es un espectáculo en sí mismo, puedo asegurar que disfruté este día hasta el último kilómetro de ripio. Antes de abandonar el Parque Nacional Lanín, una postrera foto del Huechulafquen, con el sol bastante bajo y los cerros proyectando algunas sombras, cerró la excursión.

 

Despidiéndonos del lago Huechulafquen

Ya en San Martín de Los Andes, para la cena decidimos aprovechar lo que había sobrado de la noche anterior, teníamos la coartada perfecta para reforzar la picada de regionales: reclamar las aceitunas que omitieron en el paquete y que ya estaban pagas. No hubo problemas y rescatamos las olivas faltantes, de paso nos aprovisionamos un poco más y cerramos la jornada de la mejor manera posible, a la salud del viejo volcán.

 

Playa de Yuco

Lago Huechlafquen

 

lunes, 4 de septiembre de 2023

Lago Huechulafquen

Día 7 – 25 de enero

Nos levantamos decididos a tomar revancha con el frustrado asalto al lago Huechulafquen de un par de días atrás, y aprovechando el cielo despejado y la promesa de buen tiempo para toda la jornada, pusimos rumbo por segunda vez al Parque Nacional Lanín.

En esta ocasión pudimos constatar que los veintipico de kilómetros que conectan la RN 40 con el acceso al parque estaban en parte asfaltados, o en proceso de serlo. El suave faldeo que asciende bordeando el río Chimehuin, es el marco perfecto para el gigante Lanín, que observa impávido sus dominios. Por supuesto, ya dentro del PN todos los caminos son ripiados.

 

Bordeando el río Chimehuin

Las instalaciones del acceso al parque estaban bastante deterioradas, evidenciando una falta de mantenimiento atribuible a la pandemia. La información suministrada fue escasa y de baja calidad, digamos que simplemente se limitaron a enunciar que sigamos hasta el siguiente puesto de guardaparque, que toda la información iba a estar esperándonos allá. No nos quedó más que abonar la entrada y continuar.

El ingreso al PN coincide con el extremo este del lago, con lo que todo el trayecto hasta el siguiente puesto trascurre bordeando el espejo de agua. La diafanidad del cielo recortaba la figura de las montañas que enmarcaban el lago, las que quedaban encerradas entre esos dos tonos de azul. Más no se le puede pedir a un paisaje.

 

Lago Huechulafquen

Para nuestra sorpresa, el segundo puesto estaba cerrado y sin señales de actividad. Desilusionados, seguimos el camino para encontrarnos, unos kilómetros más adelante, con una pequeña capilla: María Auxiliadora del Paimún. Esta sencilla pero bien cuidada capilla atesora una imagen en altorrelieve de la Madonna dell’ Addorazione, traída desde Florencia y datada en el S.XV.

 

Capilla María Auxiliadora del Paimún

 


 

Madonna dell’ Addorazione

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El extremo oeste del lago Huechulafquen, donde recoge las aguas de sus afluentes (el lago Paimún y el lago Epulafquen), tiene un muelle con embarcadero conocido como puerto Canoa. También tiene una playa de arena negra, llamada playa Bonita. Si bien el color negro de la arena pone de manifiesto su origen volcánico, es el trabajo del agua el que desgrana a la lava hasta convertirla en arena, y en aquellos casos en que se trata de agua de deshielo, como sucede aquí, la playa resulta ser bastante limpia y libre de conchillas, a diferencia de aquellas playas de arena volcánica que se encuentran en las costas marítimas.

 

Playa Bonita

 

Playa Bonita – puerto Canoa

 

Playa Bonita

La tranquilidad del lugar invitaba a tomarse unos mates. Así lo hicimos, mientras esperábamos que llegue la hora de embarcar para una interesante travesía: navegar el lago Paimún hasta alcanzar una remota playita es su extremo oeste, a escasos kilómetros de la frontera con Chile, desde donde se aprecia una singular vista de la cara oeste del imponente Lanín. La propuesta resultaba prometedora.

En otro orden de cosas, este lago también era parte de los dominios mapuches, y como tal no podía ser ajeno a sus mitos y creencias. En esta ocasión, quiero traer a colación unos textos que son producto del rescate que se hizo de la tradición oral local, en forma de narraciones de antiguos pobladores originarios. Dichos relatos fueron recopilados en español por los primeros europeos que se acercaron a la zona. Como era de esperarse, todas estas historias tienen similitudes, pero valen igual.

 

Hablando de Ciudades Perdidas (extracto de antiguas narraciones de pobladores originarios recopiladas en español)

-          La Ciudad del Lago Huechulafquen

Un anciano lugareño contaba que en el fondo del lago Huechulafquen había una población que, según él, aparecía y desaparecía. Que cuando había tempestad aparecía y se veían casas, galerías y la torre de una iglesia. Y que cuando alguien se acercaba desaparecía. También decía que, desde diciembre a enero, a las doce del día, aparecía la ciudad y que se podía ver muy bien todo. Cuando alguien se quería acercar, desaparecía.

En ese tiempo fue mucha gente a ver la población. Hasta el comisario fue a verla. Unos dicen que la vieron, otras no la pudieron ver. La población aparecía y desaparecía.

Dicen que en el fondo hay unos cerros, y en los lagos de estas partes. En el Lago Lolog, todos dicen que aparecen animales. Que sale una vaca y cuando la corren se hunde en el lago. Dicen también que en el fondo hay una población.

 

Deben ser bravas las tormentas en el lago, o por lo menos digamos que lo habrán sido para los pobladores originarios, que se habrán sentido frágiles y a merced de los elementos, como para imaginar ciudades que aparecían y desaparecían.

Entre mate y mate, se hizo la hora de embarcar y, con un entusiasta grupo de embarbijados, zarpamos con rumbo al lago Paimún.

 

Preparativos en Puerto Canoa

Puerto Canoa está cerca de la angostura que comunica el lago Huechulafquen con el Paimún, y de hecho la embarcación la transita a muy baja velocidad, porque hay poca profundidad y se corre el riesgo de tocar las piedras del fondo. La transparencia del agua permite verlas con toda claridad, a pesar de la correntada. Una vez dentro del lago Paimún, la nave con sus embarbijados a bordo aceleró rumbo a su destino. En el trayecto, notamos con cierta inquietud que, a pesar del hermoso día templado, alguien tiritaba y tenía los típicos chuchitos propios de un estado febril. Es de imaginarse que permanecimos con los barbijos puestos durante toda la travesía. ¡fuera virus!

Igualmente, esta circunstancia no nos privó de disfrutar la navegación y los comentarios del guía. La omnipresente silueta del Lanín se proyectaba como un manto protector sobre nosotros.

 

Navegando el lago Paimún

En el trayecto hubo tiempo para apreciar la flora autóctona, y descubrir caprichosas formas en las rocas, por ejemplo, la cara de un indio casi a flor de agua. Seríamos unos diez entre el pasaje y la tripulación, pero nadie miraba hacia un rincón en la popa, donde los chuchos iban en aumento. Se puede entender que es difícil perderse una excursión, pero en ese momento el tema de la pandemia estaba todavía muy fresco, no sé cómo lo dejaron pasar. A toro pasado, puedo decir que por suerte el asunto no trajo consecuencias para nosotros. La navegación se desarrolló con normalidad, hasta arribar a una breve y bucólica playita, en el remoto extremo oeste de este lago “carente de amor”, tal el significado del vocablo Paimún en lengua mapugundún.

 

LagoPaimún

Lago Traful