Día 7 –
25 de enero
Nos
levantamos decididos a tomar revancha con el frustrado asalto al lago
Huechulafquen de un par de días atrás, y aprovechando el cielo despejado y la
promesa de buen tiempo para toda la jornada, pusimos rumbo por segunda vez al Parque
Nacional Lanín.
En esta
ocasión pudimos constatar que los veintipico de kilómetros que conectan la RN
40 con el acceso al parque estaban en parte asfaltados, o en proceso de serlo.
El suave faldeo que asciende bordeando el río Chimehuin, es el marco perfecto
para el gigante Lanín, que observa impávido sus dominios. Por supuesto, ya dentro
del PN todos los caminos son ripiados.
Bordeando el río Chimehuin
Las
instalaciones del acceso al parque estaban bastante deterioradas, evidenciando
una falta de mantenimiento atribuible a la pandemia. La información
suministrada fue escasa y de baja calidad, digamos que simplemente se limitaron
a enunciar que sigamos hasta el siguiente puesto de guardaparque, que toda la
información iba a estar esperándonos allá. No nos quedó más que abonar la
entrada y continuar.
El
ingreso al PN coincide con el extremo este del lago, con lo que todo el
trayecto hasta el siguiente puesto trascurre bordeando el espejo de agua. La
diafanidad del cielo recortaba la figura de las montañas que enmarcaban el
lago, las que quedaban encerradas entre esos dos tonos de azul. Más no se le
puede pedir a un paisaje.
Lago Huechulafquen
Para nuestra
sorpresa, el segundo puesto estaba cerrado y sin señales de actividad.
Desilusionados, seguimos el camino para encontrarnos, unos kilómetros más
adelante, con una pequeña capilla: María Auxiliadora del Paimún. Esta sencilla
pero bien cuidada capilla atesora una imagen en altorrelieve de la Madonna
dell’ Addorazione, traída desde Florencia y datada en el S.XV.
Capilla María Auxiliadora del Paimún
Madonna
dell’ Addorazione
El
extremo oeste del lago Huechulafquen, donde recoge las aguas de sus afluentes (el lago Paimún y el lago Epulafquen), tiene un muelle con embarcadero conocido como
puerto Canoa. También tiene una playa de arena negra, llamada playa Bonita. Si
bien el color negro de la arena pone de manifiesto su origen volcánico, es el
trabajo del agua el que desgrana a la lava hasta convertirla en arena, y en
aquellos casos en que se trata de agua de deshielo, como sucede aquí, la playa
resulta ser bastante limpia y libre de conchillas, a diferencia de aquellas playas de arena volcánica que se encuentran en las costas
marítimas.
Playa Bonita
Playa Bonita – puerto Canoa
Playa Bonita
La
tranquilidad del lugar invitaba a tomarse unos mates. Así lo hicimos, mientras
esperábamos que llegue la hora de embarcar para una interesante travesía:
navegar el lago Paimún hasta alcanzar una remota playita es su extremo oeste, a
escasos kilómetros de la frontera con Chile, desde donde se aprecia una
singular vista de la cara oeste del imponente Lanín. La propuesta resultaba
prometedora.
En otro
orden de cosas, este lago también era parte de los dominios mapuches, y como
tal no podía ser ajeno a sus mitos y creencias. En esta ocasión, quiero traer a
colación unos textos que son producto del rescate que se hizo de la tradición
oral local, en forma de narraciones de antiguos pobladores originarios. Dichos relatos
fueron recopilados en español por los primeros europeos que se acercaron a la
zona. Como era de esperarse, todas estas historias tienen similitudes, pero
valen igual.
Hablando de Ciudades Perdidas (extracto
de antiguas narraciones de pobladores originarios recopiladas en español)
-
La Ciudad
del Lago Huechulafquen
Un anciano lugareño contaba que en el
fondo del lago Huechulafquen había una población que, según él, aparecía y
desaparecía. Que cuando había tempestad aparecía y se veían casas, galerías y
la torre de una iglesia. Y que cuando alguien se acercaba desaparecía. También
decía que, desde diciembre a enero, a las doce del día, aparecía la ciudad y
que se podía ver muy bien todo. Cuando alguien se quería acercar, desaparecía.
En ese tiempo fue mucha gente a ver la
población. Hasta el comisario fue a verla. Unos dicen que la vieron, otras no
la pudieron ver. La población aparecía y desaparecía.
Dicen que en el fondo hay unos cerros,
y en los lagos de estas partes. En el Lago Lolog, todos dicen que aparecen
animales. Que sale una vaca y cuando la corren se hunde en el lago. Dicen
también que en el fondo hay una población.
Deben ser
bravas las tormentas en el lago, o por lo menos digamos que lo habrán sido para
los pobladores originarios, que se habrán sentido frágiles y a merced de los
elementos, como para imaginar ciudades que aparecían y desaparecían.
Entre
mate y mate, se hizo la hora de embarcar y, con un entusiasta grupo de embarbijados,
zarpamos con rumbo al lago Paimún.
Preparativos en Puerto Canoa
Puerto
Canoa está cerca de la angostura que comunica el lago Huechulafquen con el
Paimún, y de hecho la embarcación la transita a muy baja velocidad, porque hay
poca profundidad y se corre el riesgo de tocar las piedras del fondo. La
transparencia del agua permite verlas con toda claridad, a pesar de la
correntada. Una vez dentro del lago Paimún, la nave con sus embarbijados a
bordo aceleró rumbo a su destino. En el trayecto, notamos con cierta inquietud
que, a pesar del hermoso día templado, alguien tiritaba y tenía los típicos
chuchitos propios de un estado febril. Es de imaginarse que permanecimos con
los barbijos puestos durante toda la travesía. ¡fuera virus!
Igualmente,
esta circunstancia no nos privó de disfrutar la navegación y los comentarios
del guía. La omnipresente silueta del Lanín se proyectaba como un manto
protector sobre nosotros.
Navegando el lago Paimún
En el
trayecto hubo tiempo para apreciar la flora autóctona, y descubrir caprichosas
formas en las rocas, por ejemplo, la cara de un indio casi a flor de agua. Seríamos
unos diez entre el pasaje y la tripulación, pero nadie miraba hacia un rincón
en la popa, donde los chuchos iban en aumento. Se puede entender que es difícil
perderse una excursión, pero en ese momento el tema de la pandemia estaba
todavía muy fresco, no sé cómo lo dejaron pasar. A toro pasado, puedo decir que
por suerte el asunto no trajo consecuencias para nosotros. La navegación se
desarrolló con normalidad, hasta arribar a una breve y bucólica playita, en el
remoto extremo oeste de este lago “carente de amor”, tal el significado del
vocablo Paimún en lengua mapugundún.
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